El lema era End SARS. O acabar con el SARS, siglas del Escuadrón Especial Antirrobo de la Policía de Nigeria. Una suerte de banda parapolicial acusada de arrestos arbitrarios, torturas, asesinatos extrajudiciales y extorsiones. En las protestas, encabezadas por la generación iPhone (jóvenes de clase media nacidos en la también joven democracia), murieron 70 personas en un contexto acuciante. El de un país, el más poblado de África, con 202 millones de habitantes, 82 millones de pobres y 14 millones de niños sin escolarizar, que vive a la sombra de otra banda, la terrorista Boko Haram, filial del Daesh o ISIS.