La expansión de la clase media, con 40 millones de personas que salieron de la pobreza desde 2003, no sólo implica un éxito político, sino, también, un compromiso mayor. En 2013, durante el gobierno de Dilma Rousseff, comenzaron las protestas en Brasil. ¿Qué reclamaban en las calles? La mejora de los servicios públicos, más seguridad y menos corrupción. Lo normal en medio del aumento de los servicios bancarios y del uso de las tarjetas de crédito, así como de las ventas de bienes. Era el correlato del gobierno de Luiz Inácio Lula da Silva, sostenido como el de su sucesora por el boom de los precios internacionales de las materias primas.