A las armas las carga el diablo y ya se sabe quien la descarga. La sabiduría popular también acierta en este caso. Todos los estudios científicos de todos los países del mundo sin excepción demuestran que si una persona tiene armas en su casa hay más posibilidades de que los delincuentes lo asesinen.

Por eso es una verdadero despropósito que algunos irresponsables fomenten esa idea nefasta de que una familia debe armarse para garantizar su propia seguridad. Y si los que hacen ostentación de armas y fogonean esa posibilidad son funcionarios del estado, todo es mucho mas grave. Que el flamante encargado de la seguridad de la provincia mas insegura, Alejandro Granados y el intendente de Tres de Febrero, Hugo Curto hayan hecho apología de las armas en manos civiles y se hayan puesto a ellos mismos como ejemplo es una locura de estado. Una chantada demagógica propia de dirigentes rústicos y derechistas con las convicciones tan flojas que han podido ser menemistas, duhaldistas, kirchneristas y cristinistas, siempre de la primera hora. Pero esas panquequeadas son parte de otra historia. Hoy me quiero detener en la intención de alentar con todas mis fuerzas el desarme civil. Fíjese que en esto coincido con Aníbal Fernández con el que casi nunca coincido.

El contó en esta radio que tenía 4 armas y que se desprendió de ellas y hasta le dio de baja a su credencial de legítimo usuario. Las armas no pueden estar en manos de los ciudadanos pacíficos. Los estados civilizados le dan el monopolio de las armas a fuerzas profesionales para que los defiendan de los delincuentes y criminales. Ya se que el estado no hace todo lo que debería hacer. Que en muchos casos lo hace tarde y mal. Pero hay que luchar, reclamar, exigir y movilizar para que los estados nacionales, provinciales y municipales nos brinden una mejor protección a nosotros y a nuestras familias. Pero un padre o un hijo no pueden reemplazar al estado y tener una pistola debajo de la almohada. Comprendo que el miedo y la desconfianza en las autoridades políticas y en la propia policía empujo a mucha gente honesta a tener un arma o varias en su casa.

Lo entiendo pero no lo justifico bajo ningún punto de vista. Tener un arma, siempre es mucho más peligroso para la víctima del hecho delictivo. Siempre hay más posibilidades de que salga herido o muerto alguien de la familia asaltada. Por varios motivos, pero uno fundamental: los profesionales en la utilización del arma son los delincuentes. Los ladrones y criminales andan todo el día con armas y las manejan mucho mejor que el mejor de los civiles aunque de vez en cuando vaya a practicar al tiro federal.

Además, cuando el delincuente descubre un arma se enloquece mucho mas todavía y multiplica su odio y sinrazón. Es como un tiburón que huele sangre. Esa persona está dispuesta a todo. Su vida no vale nada. Está jugado, como dicen en su jerga. Las personas de bien, los ciudadanos decentes casi no tienen chances frente a un delincuente. ¿Se entiende?

Las estadísticas son letales en esto. La cantidad de accidentes donde un padre mata a un hijo que se cruzó o al tío que vino a una hora inesperada o porque directamente se le escapó un tiro son increíbles.

Yo se que es difícil en estos momentos explicar esto. Que mucha gente tiene una escopeta en el ropero y eso le permite dormir mucho mas tranquilo. Pero es un autoengaño. Una película de Rambo que proyectamos en nuestra conciencia pero que pone en mayor peligro a toda la familia. Necesitamos mucha mayor seguridad. De eso no hay duda.

Hay que exigirla a gritos a las autoridades. Pero la responsabilidad de cuidarnos es del Estado. Para eso pagamos los impuestos y por eso una sociedad democrática delega esa tarea. Hay que decirle adiós a las armas. Una sociedad con menos armas es una sociedad donde hay menos muertes. No tenga duda. La presencia de un arma en una casa triplica las posibilidades de que haya un homicidio. El 50% de los disparos accidentales que afectan a los chicos ocurren en la propia casa de la víctima. Y el 38% en la casa de amigos o familiares. Es de terror.
 
Un suicidio social en cuotas. La mitad de las armas que hay en Argentina están en manos de gente que no tiene la menor idea de cómo se manejan o que alguna vez tiró algún tiro en el campo. Por eso el tiro siempre sale por la culata. Aunque maten al delincuente ya no podrán vivir con esa carga. No les haga caso a los demagogos y oportunistas. No caiga en la locura de la justicia por mano propia. Hay que educar a nuestros hijos para la paz y no para la guerra. Si el diablo no carga las armas, nadie debe cargarlas. La vida no vale nada pero nada vale una vida.