No es mi intención generar alarma. No pretendo asustar a nadie. Como decía un viejo aviso publicitario sobre el dengue: “No tenga miedo: tenga cuidado”. Pero es mi responsabilidad profesional dejar establecido con toda claridad, que están apareciendo una cantidad preocupante de luces amarillas sobre el tablero de la economía.

Insisto. No hablo de algo grave ni de una crisis inminente. Otra vez con los dichos populares: lo digo para ocuparse y no para preocuparse. Para que el gobierno tome nota y deje de escuchar solamente a los chupamedias del aparato de propaganda que pagamos todos los argentinos con nuestro dinero. De allí no hay que esperar ni una sola crítica. Solo elogios y grandilocuencias.

Para ellos Cristina está a la altura de Yrigoyen y Perón, es la estadista más brillante de la historia, la más bella y, por supuesto, nunca se equivoca. Por eso la tarea del periodismo independiente y de la mirada profesional es tan importante. Le doy un ejemplo: hace años que especialistas y analistas en el tema le vienen advirtiendo al gobierno que estaba haciendo un desastre con su política energética.

Que estaba destruyendo el autoabastecimiento que costó tanto conseguir. Pero nada. Los que avisaron fueron acusados de destituyentes y agoreros. Es el mundo al revés. En lugar de reconocer que fracasaron y que además se equivocaron en no escuchar para cambiar a tiempo, redoblan la apuesta y acusan a los mensajeros. Suele ocurrir con los gobiernos soberbios. Se escuchan a si mismos y se hacen cada vez mas intolerantes con el pensamiento distinto.

Pero vayamos a las luces amarillas antes de que sea demasiado tarde para lágrimas.
Antes que se enciendan las luces rojas. Sobre el tema energético esta muy claro lo que pasó. Veremos como se maneja de ahora en más. Pero lo grave es que vamos a tener que pagar este año alrededor de 12 mil millones de dólares para abastecer de energía al país. Escuchó bien. 12 mil millones de dólares. Kirchner lo hizo. Tanto Néstor como Cristina son responsables de que esto haya ocurrido.

El ex ministro de Economía Roberto Lavagna puso la lupa en otro problema clave. El gobierno gasto a manos llenas, dilapidó el dinero alegremente y ahora hay que pagar la fiesta y no hay suficiente dinero. No alcanzan los pesos y por eso hay déficit fiscal y no alcanzan los dólares y por eso hay déficit comercial. La torpeza de Guillermo Moreno y la política espasmódica de los parches sin tener un camino estratégico genera lo más preocupante: el consumo y la actividad económica se están desacelerando y la inflación sigue corriendo a la misma velocidad. Lo repito para que quede claro. No digo que se haya frenado la economía. Digo que está creciendo a un ritmo cada vez mas lento y que algo hay que hacer antes de que se frente.

Hay infinidad de datos que demuestran lo que digo. La industria automotriz, verdadera locomotora del modelo, cayó en abril un 24 %. El transporte de larga distancia un 20%. La ropa bajó el 10, el calzado el 15, la venta en hipermercados fue un 10% menor. Hay menos plata en la calle.

Han generado tanto ruido y tantos mensajes patoteros que la inversión extranjera se cayó a pique. Cristina está recibiendo la mitad de las inversiones que llegaron durante el gobierno de Néstor. Por eso estamos donde estamos en la tabla. Somos el sexto país en la región en el ingreso de inversiones que son el motor de toda economía vigorosa.

Arriba nuestro están Brasil y México y eso es razonable. Pero también nos superan Chile, Colombia y Perú y eso es inadmisible. Las trabas insólitas y absurdas que están poniendo a las importaciones enfrían la economía y la llenan de arbitrariedades. La última genialidad de Moreno es que no vamos a poder importar jamones de España. Que vivo. Es un revolucionario bárbaro. El mensaje del gobierno es: “yo hago lo que se me canta”. Por eso este modelo que generó un consumo espectacular y 5 millones de puestos de trabajo ahora parece empantanarse.

El rojo de las provincias y los municipios se expresa de la peor manera. Endeudamiento en algunos casos para pagar los sueldos, aumento feroz de los impuestos y postergación de las obras públicas. Todo eso es veneno para el empleo. Ya empiezan a multiplicarse las suspensiones y las cesantías. No es casual que se demore tanto el acuerdo en paritarias.

Hasta la UOM de Antonio Caló que es el preferido de Cristina va a producir mañana un paro de actividades. Sería bueno que la presidenta esta vez escuche. Que tome cartas en el asunto y establezca una política económica con rumbo y reglas claras.

Ya no alcanza con voluntarismos y golpes de efecto. Se termino el tiempo de hacer jueguito para la tribuna. La economía necesita estrategia y profesionalidad. Como dijo Moyano: “no estamos en el 2001 pero tampoco en Suiza como nos quieren hacer creer.” Las luces amarillas se ven con claridad y por todos lados. Quien quiera ver que vea.