Esta permanente evolución hacia materiales más productivos, en conjunto con el desarrollo del manejo agronómico, llevaron a posicionar a Argentina dentro del liderazgo en producción por hectárea de Girasol, y entre los más competitivos del mundo.

También la adaptación a regiones o zonas más restrictivas en lo referente a la oferta ambiental, habida cuenta del desplazamiento que tuvo el cultivo desde zonas más productivas hacia lugares de agricultura más marginal y de menor potencial, además de su inserción en el sistema de siembra directa. Su mejor comportamiento relativo en años de sequía, en comparación con otros cultivos estivales, constituye otra fortaleza muy valorada del cultivo.

Hoy, existe un gran entusiasmo en los productores locales, por los resultados obtenidos en las últimas campañas, independientemente de la condición hídrica preponderante, eso haría posible un significativo aumento del área, que podría conducir al cultivo a la participación que supo tener en la agricultura argentina, en el pasado.

En lo que hace al mediano plazo, la oferta mundial difícilmente se amplíe, ya que los principales proveedores han alcanzado su techo de producción y exportación. El conflicto bélico actual, entre los dos principales productores del mundo (Ucrania y Rusia), determinará indefectiblemente importantes cambios en el comercio internacional.

Una simple proyección para los próximos años, del incremento del consumo mundial, con escasa respuesta de oferta en el hemisferio norte, proyectaría como necesidad (dada la gran preferencia de las nuevas burguesías de Asia y Medio Oriente por nuestro aceite) aproximadamente 1 millón de toneladas de aceite, incrementales, por año. A los rindes previsibles, demandaría un aumento de 1,15 millones de hectáreas/año, a nivel mundial. 

La Argentina, amén de ser proveedor de los principales mercados de aceite, a contra estación, tiene un gran potencial de crecimiento para ocupar parte del incremental de hectáreas requerido. De hecho, se llegaron a sembrar en nuestro país 4,24 millones de Has, en 1998. Estas cifras contrastan con el magro desempeño de la siembra de 2021 (afectada por la sequía en Chaco), que logró apenas 1.65 millones de Has.. No debería descartarse, en los próximos cinco años, la recuperación de una parte significativa del terreno perdido por nuestro país en los mercados mundiales. De nosotros depende aumentar las exportaciones del complejo, de algo más de MU$S 1,000 hoy, a MU$S 2.000 en 2025.

G.Pozzi, 18/03/2022