Esta semana, cuando la Cámara de Diputados debata el proyecto de expropiación de YPF, la oposición machacará en el recinto con varias cuestiones. Una será la privatización de 1992 (habrá citas al discurso como miembro informante de Oscar Parrilli, actual secretario general de la Presidencia). Y otra, la complicidad del Gobierno en el vaciamiento de YPF que ahora denunció.

Aun así, la oposición no podrá disimular las grietas que provocó el proyecto en sus propias filas ni opacar la fiesta que tiene preparada el kirchnerismo, con una sesión de dos días y la sanción de la ley con abrumadora mayoría.

Los opositores también mencionarán sus sospechas sobre el ingreso del grupo Petersen en 2008; con la crisis de la política energética y la designación del principal responsable, el ministro de Planificación Julio De Vido, para intervenir la compañía. Además, habrá críticas a una eventual administración de La Cámpora, con el antecedente del déficit de Aerolíneas Argentinas.

Otra vez desacomodados, buena parte de los bloques opositores resolvieron votar a favor en general y plantear las críticas en los discursos y en el tratamiento en particular de los artículos. Esa decisión provocó un nuevo alboroto en el radicalismo, con un desplante del grupo de diputados encabezado por Oscar Aguad, esta vez más contra la dirigencia partidaria que a la del bloque: Ricardo Gil Lavedra, el jefe de la bancada, promovía presentar un proyecto propio y rechazar el enviado por el Ejecutivo.

De cualquier modo se repetirá el tironeo, cruzado por la preferencia o reticencia a la figura de Mauricio Macri. Aguad insiste en que no apoyará el proyecto (abandonaría el recinto luego de un discurso crítico), otros de su espacio no descartan votar en contra y desde el sector de Ricardo Alfonsín amenazan con sanciones.

Con menos tensión, y acaso ya con cierta resignación ante las permanentes divisiones, los peronistas disidentes también estarán separados. Ya había sucedido en el Senado. En Diputados, el sindicalista petrolero Alberto Roberti y otro denarvaísta, Alfredo Atanasof, adelantaron el aval a la expropiación.

El primero, durante el debate en el plenario de comisiones, le puso tanto énfasis a los elogios al proyecto que se llevó los aplausos kirchneristas. Otro grupo anticipó su rechazo (los puntanos de los Rodríguez Saá, Graciela Camaño, Eduardo Amadeo y el jefe de bloque, Enrique Thomas -ver aparte-) y en algo hubo coincidencia: sin referencia nacional definida, la dispersión de ese espacio tenderá a agravarse.

Tampoco pudo unificar una posición la Coalición Cívica. Dos diputados anunciaron que votarán a favor y cuatro que se abstendrán. Entres los últimos estará Elisa Carrió, que presentó un dictamen en soledad: no lo firmó ninguno de sus compañeros de bloque. "Lilita está mal, no la entendemos ni sabemos para dónde puede salir", se lamentó uno de sus laderos luego de su discurso en el plenario, con fuertes denuncias, una postura de victimización y un amague de retiro: "Este puede ser el último dictamen que firme".

El Frente Amplio Progresista de Hermes Binner, con diferencias internas ante los últimos proyectos impulsados por el kirchnerismo, esta vez cerró filas: acompañará en general y planteará objeciones al articulado. Lo mismo hará Proyecto Sur, de Pino Solanas. De un total de 257 diputados, los votos positivos rondarán los 200. A tono con el objetivo de Mauricio Macri de consolidarse como referente opositor, el Pro será el único bloque que mostrará un rechazo unánime y hará duras críticas.

El kirchnerismo propuso, y los opositores aceptaron, una sesión de dos días con unas 20 horas de tratamiento, más de 200 oradores y la votación en general programada para el jueves después del anochecer. "Están armando su fiesta, con el final en un horario ideal para la repercusión", contó un opositor luego de la reunión en la que comenzaron a definir los detalles. Los palcos estarán cubiertos por gobernadores, artistas y militantes kirchneristas.