Los que peinamos canas recordamos con ternura al simpático personaje de la exitosa serie: "La Isla de la Fantasía" con Ricardo Montalbán y el propio Tattoo como anfitriones, de un lugar remoto y de ensueños, donde los turistas iban a cumplir sus deseos.

Al inicio de cada capítulo, Tattoo le anunciaba a su jefe que los invitados estaban llegando con una frase enfática: "¡El avión, el avión!", señalaba. Algunos creen que era un mensaje encubierto, que estaba avisando al futuro gobierno argentino sobre un vuelo repleto de iraníes y venezolanos que irregularmente surcaban el suelo argentino.

La areonave hoy retenida en Ezeiza sigue siendo un misterio. Los funcionarios locales continúan restándole importancia, mantienen la poco sustentable idea de que un vuelo informal, de un avión con denuncias internacionales, ocupado por personas sospechadas de terrorismo internacional, eran en realidad parte de una suerte de "escuela de pilotaje".

Fuentes de inteligencia de países vecinos, refuerzan la idea de que, al menos el piloto principal, de origen iraní, es un alto funcionario de la llamada Fuerza Quds, un grupo paramilitar del país persa, a las órdenes directas del Ayatollah, relacionadas con actos de violencia en todo el mundo.

Por otro lado, de acuerdo a alguns versiones, en atención al manifiesto inicial de vuelo, faltan dos iraníes de entre los pasajeros, que nadie sabe donde descendieron del avión, lo cual implica un problema mayúsculo.

La Argentina tiene una triste historia con estos misterios iraníes. La Justicia determinó que varios ciudadanos/funcionarios de dicho país, participaron activamente de la voladura de la AMIA, el último y más terrible acto terrorista en nuestro suelo.

La minimización de un misterio relacionado con agentes de ese país en nuestro territorio, no solamente es una falta de previsión y un tremendo error, sino además implica un enorme peligro para la población.

Los funcionarios no deberían subestimar la cuestión ni la inteligencia y la memoria del pueblo argentino que ha vivido la atrocidad en carne propia. Deberían dar respuesta completa y una investigación creíble, no contradictoria, de lo que está ocurriendo y de las verdaderas identidades e intenciones de estos siniestros personajes, de los peligros que enfrentamos y dar cuenta de la precauciones que se toman. Es lo mínimo que puede pedirse.