Un antes y un después se produjo en el fútbol europeo en las últimas horas del domingo. Un grupo conformado por 12 de los clubes más importantes y tradicionales del mundo se reunió para crear la Superliga Europea, con un autogobierno por fuera de las estructuras de la UEFA, ente que rige tradicionalmente el fútbol europeo, y la FIFA, la entidad máxima a nivel mundial.

Las esquirlas son cuantiosas y las consecuencias de todo tipo: políticas, económicas, deportivas y hasta personales. Inter, Milan, Juventus, Manchester United, Liverpool, Manchester City, Tottenham, Arsenal, Chelsea, Atlético Madrid, Real Madrid y Barcelona son los clubes que se unieron para formar la nueva competencia.

Los fundadores de la Superliga esperan sumar al PSG, que por el momento se ha manifestado fuertemente en contra, y a los dos grandes alemanes, Bayern Munich y Borussia Dortmund, que esperan el devenir del asunto para tomar una determinación.

De ese modo, crearán un torneo paralelo que se jugará entre semana y dejarán de participar en la Champions League. Será un campeonato de 20 equipos, los 15 mencionados más cinco que serán invitados de acuerdo a su rendimiento en la última temporada, que se dividirán en dos grupos de 10 y los primeros cuatro de cada uno de ellos pasará a jugar cruces mano a mano desde cuartos de final.

Florentino Pérez, presidente del Real Madrid, es también el máximo mandatario de esta nueva competencia. Los motivos son varios. Pero, como casi siempre, la principal razón es económica. Los clubes separatistas consideran que son la mayor fuente de ingresos del fútbol europeo y que, por lo tanto, merecen recibir más dinero.

Han negociado con UEFA, pero, aún así, consideran que al reducir la cantidad de clubes participantes y captar más mercados por la calidad de los cruces que se darán casi de modo permanente, podrán ganar muchísimo más. De hecho, tan solo por la asociación a la Superliga, cada club percibirá 3500 millones de euros, una cifra aún mayor a lo que reciben por derechos de televisión en cada competencia UEFA. Además, una vez que comience el torneo, también percibirán una cifra similar por dichos derechos.

En tiempos de crisis por la pandemia, es un factor fundamental. Deportivamente, aunque también tiene su costado económico, la UEFA tenía decidido incrementar el número de participantes de la Champions League a 36 a partir de 2024. Para los clubes de la Superliga, se trataba de una movida de inserción en más cantidad de países para recaudar un poco más de dinero que ellos no verían. Pero, además, le bajaría notoriamente la competitividad al torneo.

El fútbol continental europeo ha tenido en el siglo XXI pocas sorpresas históricas, como sí sucedía antes. No hubo, por ejemplo, campeones de Europa Oriental como fue en su momento el Steaua de Bucarest en 1986 o el Estrella Roja de Belgrado en 1991. A pesar de eso, varias instituciones con historia y títulos importantes han manifestado su desacuerdo con el recorte de equipos que se hizo para la Superliga.

Más allá de su enorme poderío económico, hay cuatro equipos que nunca fueron campeones de Europa: Arsenal, Manchester City, Tottenham y Atlético Madrid. Y han quedado afuera equipos ganadores, como Benfica, Porto, Ajax, Olympique de Marsella o Borussia Dortmund, al menos por ahora. Ni hablar si no se uniese el Bayer Munich, Además, todo esto puede traer consecuencias inmediatas.

Si bien todavía no se tomó una decisión, la UEFA analiza la posibilidad de suspender la actual Champions y decretar como campeón al PSG, el único equipo de los que queda en carrera que no forma parte de la escisión. De ese modo, le darían un escarmiento a los demás clubes y se meterían en un bolsillo a un equipo que la Superliga pretendía sumar. Pero, al mismo tiempo, se perderían de los beneficios económicos de la parte culminante de uno de los mejores torneos del mundo.

Otra cuestión para nada menor es la de protagonistas, jugadores y entrenadores, que se han manifestado en contra de esta idea. Jürgen Klopp en 2019 fue totalmente contundente: “Espero que la Superliga no suceda nunca. ¿Por qué crearíamos un sistema en el que Liverpool se enfrente al Real Madrid 10 años seguidos? ¿Quien quiere eso?”. Tras la decisión tomada contra su voluntad, comenzó a especularse con una posible renuncia del alemán como entrenador del Liverpool.

Ander Herrera, futbolista español del PSG, también fue contundente al respecto tras conocerse la ruptura. “Si esto avanza se acabarán las ilusiones de los aficionados de los equipos que no son gigantes de poder ganarse en el campo el competir en las mejores competiciones. Creo en una Champions mejorada, pero no en que los ricos roben lo que el pueblo creó”, aseguró con contundencia en sus redes sociales. Incluso, aunque sutilmente, ya hay dos jugadores pertenecientes a los equipos fundadores que se han manifestado en contra de lo sucedido.

Tanto Joao Cancelo como Bruno Fernandes, del Manchester City y United respectivamente, apoyaron en sus redes sociales la publicación de su compatriota del Olympiakos, Daniel Podence. “La pelota, la canción, el sueño. La volea de Zidane, el solo de Kaká, Liverpool en Atenas, Ole (Solkjaer), Cris y Seedorf... Hay cosas que simplemente no se pueden comprar”, afirmó el portugués, cuya publicación fue compartida por los otros dos futbolistas.

En el medio, la FIFA juega sus últimas cartas a modo de amenaza. Han manifestado públicamente que analizan la posibilidad de desafiliar a los equipos rupturistas de sus competencias locales. Es decir, el Real Madrid y el Barcelona, por ejemplo, no podrían jugar más en la liga española. Además, apuestan por seguir ganando el apoyo de los protagonistas, también mediante la coacción.

Otra de las sanciones que prevén es impedirle a cualquier jugador que actúe en la Superliga representar a su selección. En consecuencia, si un futbolista juega en el nuevo torneo, no podrá estar presente, por ejemplo, en un Mundial.