Probablemente la campaña que acaba de concluir, fue aquella en la que se utilizaron la mayor cantidad de recursos "no políticos" en toda la historia. Los candidatos hablaron de cuanto sexo se tiene en un partido, se desvistieron frente al Congreso, elaboraron spots con una mini comedia involucrando a su madre, le dijeron insinuantes a los electores que "estaban calientes", o entraron a un acto político gritando: "soy el rey".

En la época de la película "Sexo, mentiras y video", es decir la década los '80, esto hubiese parecido una locura y a la vez un error político de dimensiones siderales. Desnudarse frente al Congreso hubiese significado que solo vieran al candidato desnudo, las 100 personas que pasaban frente al lugar en ese momento. Si uno era un candidato de poco vuelo tal vez consiguiese una foto poco significativa en algún diario sensacionalista de mañana y el repudio generalizado de los pocos que se enterasen del hecho.

Por otra parte, en esa época, la gente entraba a los locales políticos a pedir "la plataforma". La campaña de Raúl Alfonsín había elaborado los "100 puntos". Eran propuestas de gobierno, debidamente resumidas que constaban en un enorme volante, incómodo, poco práctico, que daban una idea general de hacia donde iba el candidato. El cierre de campaña del legendario ex presidente (cuando todavía era candidato) incluyó un discurso frente a un millón de personas en el Obelisco, donde incorporó la descripción de propuestas de alta profundidad, como el divorcio vincular o la patria potestad compartida entre padre y madre.

Pero las cosas cambiaron. Ya nadie lee 100 puntos de nada, con suerte atiende a tres propuestas y si están expresadas de manera brevísima. La vida es 1.000% mas acelerada, no hay tiempo que dedicarle a una actividad como la política, que además ha defraudado. Y en esa lógica de defraudación, es probable que esas propuestas tampoco tengan el efecto buscado porque nadie las cree.

La política ha demostrado, desde los '80 a estos tiempos, que es un círculo cerrado de privilegios que no tiene contacto con los problemas de la gente. Y por ende, las actividades de campaña apuntan, con acierto, a la llamada "vía periférica de persuasión", esa donde el elector no esta obligado a reflexionar sobre el mensaje.

Los candidatos de espacios mas institucionalizados, con figuras de mayor conocimiento público, probablemente recurran a un mensaje igual de pueril, pero vestidos, sin excentricidades, nadie recordará sus spots, pero no lo necesitan, la publicidad electoral no va a otorgarles un solo voto más. Sobre ellos, la gente ya tiene opinión formada, y una sociedad políticamente dividida por una grieta del tamaño del Cañón del Colorado, todas las personas que votarán por los partidos principales y enfrentados por la disputa del poder, decidieron su voto antes que se emitan los spots. Las personas pueden dudar si votarán a uno u otro candidato de determinado espacio, pero sin dudas lo harán por ese espacio y la definición que le falta, no la va a tomar por un spot de 15 segundos.

Pero hay un "mercado electoral" donde salen a "pescar" los candidatos con menos chances, los que vienen de afuera de la política o que no son figuras instaladas. Esos candidatos, recurren a lo que sea. 

La utilización del sexo, la ligereza de ropas, la insinuación, el sketch, el grito desmesurado, el peinado llamativo, o la coreografía simpática, son recursos para ganar la atención del público recurriendo a temas que le interesan a las personas. 

Para ser claros. Este artículo no va a leerlo casi nadie. Es largo, analítico, rebuscado y aburrido. Tal vez consiga algunos clicks, porque el título y la ilustración llaman la atención, y sea abandonado por los lectores en el tercer párrafo. No es idóneo para apelar al vía periférica de persuasión, algo que los candidatos con menos chances tienen que explotar con todo esmero.

La temática que mas se busca en internet, es la relacionada con el sexo, puede ser pornografía o problemáticas personales o alguna otra variante, pero el sexo forma parte de la humana necesidad cotidiana de las personas. 

En 2011 un grupo de investigadores de la Universidad Estatal de Ohio realizó un estudio, publicado luego en el Journal of Sex Research, que llegó a la conclusión de que los hombres piensan en cuestiones relacionadas con el sexo unas 19 veces al día, mientras que las mujeres lo hacen unas 10 veces. En diez años transcurridos desde ese estudio, la sexualización generada por la hipercomunicación fruto del uso de internet y redes sociales, claramente se multiplicó.

Entonces, llamar la atención del votante con la exhibición de una cola o la insinuación de un escote, ¿es un error, una blasfemia política o un recurso válido?. Depende como se haga, depende el electorado al que va dirigido, depende de muchas cosas, pero no necesariamente es un error. Especialmente cuando la disconformidad con los políticos tradicionales es un sentimiento general arraigado. 

El sketch divertido pone a la gente a hablar del protagonista y coloca al candidato en su agenda, más allá de que luego decida votarlo o no, le da una oportunidad. ¿Cuanta atención podría capturar determinada candidata (no la nombramos por la veda electoral) explicando durante 10 minutos su proyecto para promulgar una "ley de humedales"? ¿Cuanta más atención bailando con poca ropa frente la Congreso?. Usted se lo responderá solo.

El clamor que pide profundidad en el análisis y el debate sesudo sobre temáticas elaboradas, es un pedido del periodismo. La gente no tiene tiempo ni interés. Debe llegar a fin de mes y sabe que nadie va ayudarla con eso, lo sabe por experiencia. Quiere que sus hijos lleguen a salvo al colegio, les piden que manden un mensajito cuando caminaron esas tres cuadras y ya están a salvo dentro de las paredes del establecimiento educativo. Quiere mantener su trabajo y quiere tomarse 15 días en la costa en algún momento del verano y también sabe, que solo depende de sí mismo.

Ninguno de esos que aparecen en las pantallas poseen ningún crédito entre los votantes y estos, no tienen tiempo que dedicarle para escuchar sus promesas que consideran vacías. Entonces los recursos como la comicidad, el desnudismo, la insinuación, el pelo revuelto, el grito desmesurado o el spot que imita a Los Simuladores, son en la política actual, un recurso válido y habrá que acostumbrarse.