Es un buen momento la Pascua para recordar todo lo que esperábamos de la Iglesia del Papa Francisco. Es que había un mundo pendiente de un pontificado moderno, que resolviera de cuajo algunos problemas que afectaban a la credibilidad de la Iglesia y derivaban en la pérdida “por goteo” de fieles en todo el mundo. No por argentino, sino por su supuesta cercanía con la doctrina social de la Iglesia y su pertenencia a los Franciscanos, un sector “progresista” dentro de la jerarquía.