Las Fuerzas Armadas del Perú, reportaron ayer la masacre de 16 personas, incluidos dos niños, en una localidad del Valle de los Ríos Apurímac, Ene y Mantaro (Vraem), región del centro del país que se estima cultiva más de la mitad de la coca de Perú. El Estado informó que la autoría del crimen, corresponde a remanentes de Sendero Luminoso, el grupo maoísta que desató una lucha armada contra el Estado peruano entre 1980 y 1992, y que pudo haber dejado alrededor de 69.000 muertos.

Al margen del hecho criminal, lo que debe tenerse en cuenta, es que Perú esta frente a un proceso electoral, que sigue a una enorme inestabilidad política, con una sucesión de renuncias de presidentes, y un duelo entre dos candidatos que, en la primera vuelta obtuvieron muy pocos votos cada uno, por la dispersión del electorado entre varios candidatos.

La lógica sería que el atentado terminase beneficiando a quien pueda atribuirse la lucha contra el terrorismo, y eso le daría ventajas, de manejarse adecuadamente, a Keiko Fujimori, dado Pedro Castillo, bien de izquierda tendría mas problemas con el discurso antiviolencia. Castillo llevaba, hasta el atentado, una leve diferencia a su favor en las encuestas.

Los detractores de este último han intentado vincularlo a él y a miembros de su partido, Perú Libre, con Sendero Luminoso y con el Movimiento por la Amnistía y los Derechos Fundamentales (Movadef), que entre otras cosas, pide la libertad de los senderistas presos. Y al mismo tiempo, Keiko es la hija de Alberto Fujimori, ex presidente, preso por violaciones a los derechos humanos, pero a quien sus seguidores le atribuyen el fin del conflicto con Sendero Luminoso y el Movimiento Revolucionario Túpac Amaru (MRTA).

De acuerdo con el texto de los panfletos que se encontraron en el lugar del ataque, y que se publicaron en medios peruanos, el objetivo de los atacantes era "limpiar al Vraem y al Perú de antros de mal vivir, de parásitos y corruptos", y convocar a un boicot en contra de las elecciones presidenciales.