Decidimos ponerlo en la imagen con la camiseta del Unidense, porque es la última de un club que usó, antes de venir a consagrarse con Argentina. Es casi un desconocido para el gran público argentino. Los mas futboleros, sabían quien era, pero no habían visto su enorme maduración deportiva.

Rodrigo hizo todo ayer, pero todo. Transitó la mitad de la cancha con si fuese Fernando Redondo, el mejor cinco de la historia, interrumpió montones de pases brasileños, lucho también, quitó siempre, en el primer tiempo, de ocho pelotas divididas que disputó, se llevó seis.

Pero aparte jugó, y como. Distribuyó, siempre con criterio, relevó compañeros lanzados al ataque, gambeteó, le puso puso el pase gol a Angel Di María y le dió otro pase gol a Lio Messi, sobre el final, para liquidar. El genio tropezó.

Terminó el partido desbordando por derecha, notoriamente fusilado pero con un amor propio extraordinario, aguantó la pelota contra tras rivales que lo encerraron y sacó una falta que no había sido.

El partido de De Paul ayer, fue de 11 puntos poque la calificación tradicional no alcanza. El equipo se fundamentó en él.

Rodrigo empezó en Racing, jugó apenas 56 partidos entre 2012 y 2014 y se lo llevó el Valencia. Allí jugó 29 partidos y volvió a Racing. Curiosamente, otra vez a Valencia y nuevamente la vuelta a Avellaneda, hasta que en 2016 pasó a Unidense. Allí fue donde destacó en Europa.

Antes de empezar la Copa América lo fueron a buscar: el Arsenal y el Ledds de la Premier League, el Milan de Italia y el campeón español, el Atlético de Madrid del Cholo Simeone, donde jugará a su regreso a Europa.

Llegará con un antecedente que los colchoneros sabrán valorar: hizo una gran Copa América, y sacó pecho en la final, con el coraje de pedir la pelota y jugarla como un futbolista de élite mundial.