Con un ritmo de contagios y cifras de fallecimientos que no dan tregua, era casi un hecho que el Gobierno nacional extendería más allá del 30 de abril las restricciones para contener el avance de la segunda ola de la pandemia.

En su discurso de este viernes, el presidente Alberto Fernández no solo confirmó su continuidad, sino que también dejó en claro que las medidas llegaron para quedarse por un tiempo. En un contexto en el que los argentinos deberán volver a pasar más tiempo en sus casas, las limitaciones anunciadas no repercuten de igual manera en las distintas ramas que componen la economía.

En 2020, el Producto Bruto Interno (PBI) cayó casi un 10%, según el Instituto Nacional de Estadísticas y Censos (INDEC). Pero el retroceso de la actividad no fue homogéneo. Pese a que no existe una cuarentena estricta como hace un año atrás, el escenario se repite.

Mientras que algunos sectores reclaman desesperadamente la ayuda del Estado y piden que los dejen funcionar para sobrevivir, otros se benefician y aumentan sus ingresos a medida que se extiende la emergencia sanitaria.

En términos generales, los servicios se encuentran otra vez más expuestos que los bienes. Los que ya venían golpeados se perjudican nuevamente: la gastronomía, el entretenimiento y el turismo, actividades que siguen operando con niveles por debajo de la pre-pandemia.

En su conjunto, significan el 5% del PBI y representan el 10% del empleo registrado, según la consultora Ecolatina. Por lo tanto, es probable que el trabajo formal se recupere más lentamente. En cambio, los sectores que en los últimos meses encabezaron la reactivación serán, a priori, los menos afectados.

El “veranito” que atraviesa la demanda de bienes durables e insumos para la construcción, en un momento en el que la población prioriza la compra de artículos para el hogar e invierte sus ahorros en refacciones domésticas, impulsa a la industria manufacturera, que se ubica un 4% por encima de la pre-pandemia y elevó el nivel de empleo registrado después de más de dos años en rojo, con la generación de 10.500 nuevos puestos de trabajo.

La construcción también se erige como uno de los principales motores, colocándose un 6% por arriba de antes de la llegada del coronavirus. La demanda inicial asociada a reparaciones hogareñas se desaceleró y fue compensada por la reanudación de la obra privada y pública, con una relevancia estratégica en la recuperación del empleo, en particular informal, que seguiría por el sendero positivo.

Los más beneficiados son los nuevos negocios que ganan lugar, como el comercio electrónico. En 2020, creció un 36,7% interanual en América Latina y la Argentina lideró la tendencia, con un incremento del 79%, según la plataforma Tienda Nube. Se suman las apps de delivery, con una facturación local de US$ 635 millones, según la firma de investigación Statista, y las plataformas de streaming, que en la región superaron las 1.000 millones de suscripciones, de acuerdo a la Asociación de Cinematografía (Motion Picture Association).

Como resultado, se ampliará aún más la brecha entre los ganadores y perdedores. La principal incógnita gira en torno a la magnitud y el alcance que adoptarán las restricciones aplicadas, que, de extenderse una y otra vez, podrían ocasionar un golpe mayor al esperado. El costo de la decisión no es gratuito.

Más allá de la performance desigual de los distintos sectores de la economía, el impacto será inevitable. El Ministerio de Economía calcula, de base, un gasto de $ 30.000 millones, un monto que no forma parte del presupuesto 2021.

La cartera que dirige Martín Guzmán no contempló, originalmente, una partida para los “gastos directos del Covid-19”. El ministro es consciente de la situación. Reconoció que “la economía no soportaría una cuarentena tan estricta como la de 2020”. Aunque en el Gobierno dicen que el Estado tiene margen para atender a los sectores de la población más perjudicados, la “espalda” con la que cuenta el Tesoro es menor a la del año pasado.

En 2020, el Banco Central de la República Argentina (BCRA) perdió el 65% de sus reservas. Las perspectivas no son alentadoras, con una inflación acumulada del 13% en el primer trimestre que se aleja de la meta oficial anual del 29%, un poder de compra debilitado con un mercado laboral poco dinámico, exportaciones en declive y pocas divisas para enfrentar lo que queda del año.