“Hija de las tinieblas” (Delacorte Press, publicado en 2016) es una novela de ficción histórica que cuenta la vida de Lada y Radu, niños que crecen en el Imperio otomano tras ser abandonados por su padre Vlad Drácula, gobernador de Valaquia.

Mientras que Radu acepta la vida en la corte, Lada jura luchar contra aquellos que los retienen cautivos. A esa dinámica se suma Mehmed, el hijo del sultán que ofrece amistad y pasión a los hermanos.

Esta relación más los juegos políticos y las sombras intimidantes de las espadas genera un enredo tóxico que amenaza lealtades y convicciones, no solo en el amor, sino en la familia.

Aunque esta obra se basa en la vida de Vlad III, príncipe de Valaquia durante el siglo XV (el actual sur de Rumania), Kiersten White tomó ciertas libertades al escribir la novela. Una de ellas fue agregar la voz femenina de Lada, un cambio que crea la dinámica picante que fluye entre los personajes.

Así presenta una protagonista consumida por odio y rencor. El dragón, como Lada se hace llamar. Una joven que busca conquistar y que rechaza el papel débil de la mujer en esa época.

Hambrienta de poder, venganza y el afecto de su padre, ella está dispuesta a sacrificar todo excepto su vida. En el otro extremo está Radu, un joven gentil, temeroso y bello que solo quiere seguridad y amor. Este cruce de opuestos desafía los estereotipos de la época y otorga un tono refrescante a la obra. Pero, sobre todo, construye una hermandad conflictiva que actúa como el corazón de toda la novela.

Las decisiones despiadadas de Lada, la ingenuidad y cobardía de Radu se estrellan y fusionan continuamente. Y son esos roces los que impulsan la trama, por momentos densa, pero con descripciones aterciopeladas y detalles atmosféricos que ubican a los lectores en un mundo de palacios, riquezas y peligrosas seducciones.