Tanto en Argentina como en resto del mundo, pese al brutal pico de contagios de Covid, en su mayor parte por la variante Omicron, las medidas de seguridad se están relajando. Menos días de aislamiento o ninguno en algunos casos, es el dato mas claro. ¿Porque?

Si bien es cierto que los gobiernos y las personas, todavía están traumatizados por el impacto que la enfermedad provocó en sus primeras etapas, allá por 2020, este virus, esta variante modificada, no se diferencia mucho de una enfermedad común, de las tantas que circulan entre la gente, todo el tiempo.

En Argentina, si bien los casos suben todos los días y se baten récords cada jornada, la cantidad de personas fallecidas por día promedia los 50. En nuestro país, en 2019, 266 personas promedio por día, fallecieron en enfermedades cardiovasculares, cinco veces mas.

Por otro lado, y buscando enfermedades con mayores similitudes, 170 personas promedio por día, murieron en enfermedades respiratorias como gripe o neumonía; es decir, el triple de personas que pierden la vida por Omicron, y a nadie se le ocurrió ejecutar confinamientos por ello.

Unas 50 personas fallecieron por día el mismo año por accidentes de tránsito y los vehículos siguieron circulando, y 43 por día de enfermedades del sistema digestivo, muchas de las cuales son virales.

En síntesis, este coronavirus no es el de hace dos años, es otra enfermedad, con otras consecuencias. Posiblemente por la vacunación y también por las mutaciones que llevaron a que afecte mas la zona de la garganta que el sistema respiratorio. Por ende, existe una necesidad evidente de no detener el desarrollo social y económico, ante una enfermedad cuyas consecuencias son similares a otras que no provocan parálisis social.