Este jueves, en el museo Mauritshuis de La Haya, en Holanda, dos hombres parte del movimiento ambiental Just Stop Oil fueron detenidos por vandalizar la obra de La joven de la perla, pintura hecha por Johannes Vermeer entre 1665 y 1667. Uno de los hombres apoyó su cabeza sobre el cuadro, y pareció dibujarla con un marcador. Luego, otro de los implicados se le acercó y le tiró salsa a su compañero, mientras daba un discurso.

La acción recibió el repudio de los asistentes, quienes abucheaban a los activistas y les gritaban que parasen. En respuesta a los comentarios, el hombre que daba el discurso aseguró que la pintura estaba protegida por un vidrio. Sin embargo, después de unos minutos, la policía holandesa arrestó al trío por “violencia pública contra los bienes”.

“El arte está indefenso y la galería Mauritshuis rechaza con firmeza que se trate de dañarlo por el motivo que sea”, ha dicho la dirección del centro en un comunicado.

Este es solo uno de los múltiples ataques que se han dado recientemente por parte de activistas ambientales, los cuales han estado ocurriendo a lo largo de Europa a distintas obras de arte. De hecho, el fin de semana pasado le tocó a Claude Monet: cuando activistas climáticos lanzaron puré de papas contra Los almiares, el cuadro más caro jamás vendido del artista francés, que está expuesto en el Museo Barberini de Potsdam, Alemania. “¿Qué vale más, el arte o la vida?”, fue la pregunta que quiso instalar el grupo ecologista.

De igual manera, anteriormente también había sido vandalizado Los girasoles de Vincent van Gogh en Ámsterdam. En señal de protesta contra el gobierno británico por su autorización al fracking, dos miembros del grupo Just Stop Oil arrojaron sopa sobre la famosa obra, exhibida en The National Gallery de Londres.

Muchas organizaciones activistas encuentran en este método una forma de visibilizar sus reclamos.