El fútbol es ya un deporte de alta competición, de extremo rendimiento físico, lo juegan mas atletas que jugadores, enfrenta miles de millones de ingresos y de egresos. Los futbolistas valen cientos de millones de dólares, pero tadavía, en algún lado, queda un rinconcito para los que van a "jugar a la pelota".

Ayer, la Selección Argentina lo trató mal a Neymar en la cancha. Fue no solamente el jugador mas incisivo de Brasil, sino el que se puso el equipo al hombro para intentar todo para empatar el partido.

Y se largó a eludir argentinos, donde sea que se hiciera de la pelota. No lo podían parar, y le dieron, montones de faltas le cometieron, algunas, muy fuertes. Terminó el partido y Ney lloró, mucho, quería esta final, lloró porque lo dio todo.

Pero el partido terminó, y luego del desahogo, se fue a sentar en una escalerita del Maracaná, al lado de su compañero del PSG, Leandro Paredes, y al ratito nomás llegó Lio Messi. Su amigo se sentó al lado de ellos, lo consoló, se empezaron a reír, a comentar incidencias del patido. Les faltaba la gaseosa y los tres tomando del pico, como pasa en los potreros.

Porque la mistad es parte del fútbol, o tal vez el fútbol sea parte de la amistad, y como sea, antes está el cariño entre las personas que la competencia feroz y los millones. Hay una esperanza para los que van a "jugar a la pelota", que es la escencia de esto.