El desconcierto está a la orden del día. Nada sabe bien para donde va nada, y la población absorta, observa como los dirigentes no saben, nunca, que hacer. No importa si se trata de la pandemia, de la deuda externa, de la comunicación, o del precio del repollo, toda medida tomada al respecto, se contradice con otra que le sigue, seguramente en no más de 24 horas.