Son una dupla, como López y Cavallero, o como Abbot y Costello. Matías Kulfas, ministro de la Producción y Eduardo Hecker, presidente del Banco de la Nación Argentina, han funcionado juntos desde hace años y lo siguen haciendo.

Son además coautores del libro “Los desafíos del Desarrollo”, editado en el año 2005, desafíos que en apariencia son misterios, que ninguno de ambos logró desentrañar todavía.

Incluso, si bien el presidente Alberto Fernández ya lo conocía a Hecker desde hace años, fue Kulfas el que intercedió por él para ocupar la presidencia del Banco Nación, con el argumento que podían funcionar muy bien juntos, uno generando políticas productivas y otro financiándolas.

Pero lo cierto es que no han generado nada. Su eficiencia está bajo severo escrutinio presidencial, especialmente porque otros integrantes del gabinete, relacionados con las áreas que ocupan, no paran de quejarse de la supuesta impericia de ambos. Del mismo modo, cuando la vicepresidenta Cristina Fernández de Kirchner habló de “funcionarios que no funcionan”, todo el “mundo Rosada” sabe, incluía a Kulfas en ese ítem. No hubo identificaciones personales hacia afuera, pero Alberto ya estaba al tanto: el ex miembro del Grupo Callao lo estaba haciendo quedar mal, ya se estaba notando.

Es cierto que Alberto Fernández está desbordado por el tema central de la pandemia y que encima, estuvo aislado por haber dado positivo de Covid, pero hace largo tiempo que no habla con ninguno de estos dos funcionarios, y muchos dicen en Rosada, la próxima charla será para anunciarles que espera sus renuncias.

La producción claramente no arranca. Y el Banco Nación padece una grave crisis de sostenibilidad financiera, que solamente ha dibujado mediáticamente por sus denuncias en la causa Vicentín. Pero esas movidas mediáticas, sin sustento de gestión son pan para hoy y hambre para mañana. En los pasillos de Casa de Gobierno, dicen que el hambre es inminente para ambos.