"Hay que tener mucho cuidado acá y cerrar alianzas con sectores con peso, porque Alberto, en cuanto se le complica un poco, te suelta la mano", dice un alto funcionario que no se priva de fracuentar la Rosada dos o tres veces por semana.

Los hombres que llegaron al gabinete de la mano de Alberto Fernández se sienten inseguros, caminan en arenas movedizas, porque la gestión no es sencilla, la posibilidad de cometer un error siempre es importante y se sienten sin respaldo.

"No se, a Alberto lo vi dos veces, pero a Cafiero (Santiago, Jefe de Gabinete de Ministros) también lo vi entregar gente sin resistirse 5 minutos, es un peligro", dice otro funcionario de menor rango.

El panorama indica que los funcionarios que responden a Cristina o a La Cámpora, tienen un margen muy amplio, e incluso, aquellos que arribaron a la función de la mano de Sergio Massa, también se sienten fuertes y respaldados, pero el "albertismo" no se siente seguro.

El último de los "abandonados" fue nada menos que el ministro de Economía Martín Guzmán. Al discipula de Joseph Stiglitz se le dio por sacarse de encima al subsecretario de Energía, Federico Basualdo, porque no aceptaba el cuadro de incrementos rarifarios que deseaba el ministro. Le pedió apoyo al Jefe de Gabinete y luego al Presidente, a sabiendas que Basualdo era una hombre de Cristina. Los dos le dieron "apoyo" y luz verde. Lo despidió, Basualdo se quedó igual y todos quedaron expuestos frente a la falta de poder suficiente para despedir a un simple subsecretario.

Eso es malo, pero no es lo peor. En el día de ayer, el portal Infobae informa que el presidente afirma que "jamás le dio permiso a Guzmán para despedir a Basualdo". El equipo del ministro esta indignado: "Se corrió! Se escondió y nos dejó solos! Jamás viví una cosa así!", bramó a Continentalweb en desesperado off un alto funcionario muy cercano a Guzmán. El presidente les soltó la mano.

Pero no es la primera vez, no debería sorprenderse Guzmán y su gente. Hace solamente días, el presidente le aseguró a Nicolás Trotta, su ministro de Educación, que las clases presenciales no se suspenderían. Lo hizo una mañana, tras lo cual, Trota salió por los medios a mostrar un gráfico que pretendía probar que "las clases no contagian".

A la tarde, el presidente suspendió las clases por DNU, de modo unilateral, sin consultar con sus ministros ni con los titulares provinciales. Trotta quedo patitieso. No supo que decir, ofreció su renuncia, no se la aceptaron, desapareció de la escena pública un par de días, volvió luego, con un discurso confuso.

La experiencia de Ginés González García tampoco fue buena, incluso, cuando el affaire del Vacunatorio VIP era una crisis idónea para costarle el cargo. Pero en sus cercanías sostienen que todos los sabían, incluso el presidente, y que además, le pidieron incluir a determinadas personas, "y ahora lo tiraron a los leones a Ginés para salvar su cul..., eso no se hace, no es de peronistas", dicen cerca de Ginés, que cada vez que escucha que se menciona el tema, amaga con salir a hablar. ¿Que tendrá para decir?.

Marcela Losardo, ex ministra de Justicia, fue compañera de la facultad del presidente, hace 40 años que lo conoce, fueron socios en el estudio jurídico, lo acompaña desde toda la vida. "Marcela esta angustiada, se va", dijo el presidente públicamente, tras las presiones del kirchnerismo para sacarse de encima a Losardo. Es cierto, le dio un cargo en el exterior para que la pase bien, y el entorno (reducidísimo) de Losardo, es el único que por lealtad no dice una palabra ni en off. "Lo conocen a Alberto, saben como es, entendían las reglas del juego", comentan en el ministerio.

Los antecedentes de "soltador serial de manos", que se viene granjeando el presidente no son buenos para su prestigio. Tampoco para que, cuando deba hacer un reemplazo en el gabinete, alguien "le agarre viaje", porque entrar con respaldo de Fernández, parece ser entrar con la espada de Damocles colgando sobre su cabeza.