A primera vista, las mutaciones de la variante delta de COVID-19, altamente contagiosa, no parecen tan preocupantes.

Para empezar, Delta tiene menos cambios genéticos que las versiones anteriores del coronavirus.

“Cuando se supo que la epidemia en la India estaba impulsada por delta, nadie imaginó que sería tan mala o que superaría a otras variantes”, dijo Trevor Bedford, biólogo del Centro Fred Hutchinson para la Investigación del Cáncer.

Se equivocaron.

Delta ha mantenido algunas de las mutaciones más exitosas encontradas en variantes anteriores, pero también contiene nuevos cambios genéticos que le permiten propagarse dos veces más rápido.

Delta es más peligrosa en muchos aspectos. Tiene un período de incubación de cuatro días, en lugar de seis, lo que hace que la gente se contagie antes. Cuando comenzó la pandemia, las personas contagiaban el coronavirus original a un promedio de dos o tres personas. Hoy, los infectados por delta contagian, en promedio, a seis.

Hasta hoy, la variante delta había causado al menos el 92% de las nuevas infecciones en los Estados Unidos, según covariants.org, una empresa de investigación en Berna, Suiza.

Aunque la variante delta no es necesariamente más letal que otras, puede matar a un gran número de personas simplemente porque infecta a muchas más, señaló el doctor Eric Topol, fundador y director del Scripps Research Translational Institute.

Los científicos han secuenciado las mutaciones de delta, pero todavía están tratando de entender su relevancia, afirmó Angela Rasmussen, viróloga de la Organización de Vacunas y Enfermedades Infecciosas de la Universidad de Saskatchewan. “Cuando vemos que las mismas mutaciones aparecen de forma repetida e independiente, eso sugiere que son importantes”, dijo Rasmussen.

Los científicos son los que mejor conocen las mutaciones de la llamada proteína pico (o espiga), que sobresale de la superficie del virus como un garrote, y que se han estudiado con mayor intensidad por sus graves ramificaciones, explicó Rasmussen. El coronavirus utiliza la proteína pico para entrar en las células humanas, y sus cambios pueden ayudar al virus a evadir los anticuerpos.

Los científicos creen que una de las zonas más importantes de este pico es la región de unión al receptor (RBD), la parte específica de la proteína que permite al virus engancharse a un receptor en la superficie de nuestras células, dijo Vaughn Cooper, profesor de microbiología y genética molecular de la Universidad de Pittsburgh.

Los receptores son como enchufes o estaciones de acoplamiento que permiten a las proteínas interactuar con la célula. Una vez que el virus consigue entrar en la célula puede causar estragos, secuestrando la maquinaria genética y convirtiéndola en una fábrica de virus.