Lo insinuó Patricia Bullrich y también Elisa Carrió. Ahora lo confirmó abiertamente María Eugenia Vidal. Dentro del larretismo no todos están de acuerdo, no se terminan de sentir cómodos con la idea, pero no es una locura pensar que pueda ocurrir, aunque solamente pasó una vez desde la recuperación democrática.

Buena parte de la oposición prevé que es muy posible, que si se repite el resultado electoral del 12 de septiembre, su bloque pase a ser la primera minoría dentro de la Cámara de Diputados y con eso obtendrían el derecho legal a reclamar la presidencia del cuerpo.

Esto implica, también en términos de la ley de acefalía, poner una persona en la línea de sucesión presidencial, pero además y especialmente, un tremendo impacto político para el gobierno.

Una sola vez en la historia desde la recuperación democrática ocurrió algo así cuando un gobierno perdió elecciones de medio término. Raúl Alfonsín perdió las de 1987, pero mantuvo la presidencia del cuerpo. Lo mismo ocurrió cuando Carlos Menem perdió en 1997 y cuando Cristina Kirchner cayó en 2009 y 2013.

Solamente Fernando De la Rúa, después de perder las elecciones de 2001 fue despojado de la presidencia de la Cámara de Diputados. Rafael Pascual debió cederle su sillón a Eduardo Camaño. Que unos días después, resultó en base a esa designación ocurrida el 5 de diciembre de 2001, presidente por unas horas, cuando Adolfo Rodríguez Saá dimitió y Ramón Puerta (presidente provisional del Senado) no quiso hacerse cargo, fue Camaño quien tomó la presidencia por ley de acefalía.

Ninguna de esas consecuencias es esperable hoy día, la situación es totalmente diferente, el poder del gobierno, incluso perdiendo la elección, basado en la potencia del cristinismo y el despliegue territorial de La Cámpora impedirían un desenlace similar, pero es cierto que la perdida del control de la Cámara baja, sería un problema serio para Alberto Fernández que debería gobernar sin Congreso por dos años más.