La cuenta es simple, basta mirar el mapa, colorear los países de acuerdo a que vacuna utilizan y queda explicito: los que usan Sputinik V pueden usar cualquiera de las demás, menos de la Pfizer. Al contrario, los que usan Pfizer, también aplican vacunas de otros laboratorios, pero no la rusa.

En la Unión Europea se utilizan todas las vacunas "occidentales", con Pfizer-Biontech a la cabeza, pero también Astrazeneca, Moderna y hasta es posible que proximamente, algún laboratorio chino este obteniendo autorización.

Por otro lado, aquellos que son provistos por la rusa Sputinik, también complementan con otras de distintos laboratorios. Es el caso de Argentina, que también cuenta con Astrazeneca y Sinopharm, y posiblemente incopore otras, pero, pese a lo que digan los funcionarios, nunca entrará Pfizer, a menos que corte el contrato con Rusia.

La guerra fría que los Estados Unidos y Rusia vienen librando y que se intensificó con el ascenso a la Casa Blanca de Joe Biden, se traspoló a una guerra de laboratorios que son el símbolo de uno y otro país y cuya consecuencia, pagamos todos, incluso los gobiernos, también nuestro gobierno.

Es una guerra de enfermos, de sufrimiento y de muertos, que a nadie la importan, no al menos a los que libran la batalla, que buscar la primacía de sus intereses estratégicos y geopolíticos, por sobre la salvación de la humanidad de contraer la peste.

En las redes sociales, esto se ha visto materializado. La cuenta de Twitter de Sputnik, publica supuestos balances numéricos de resultados y se esfuerza en demostrar que la vacuna de Pfzer es mala, antes de las bondades de la propia.

Incluso intervino en un debate que no le era propio. Cunado la vacuna de Astrazeneca tuvo problemas en Europa porque se la relacionó con unos pocos casos de trombosis, la cuenta de Sputnik salió mediante estudios de campo, a intentar probar que la de Pfizer causaba peores consecuencias que la de Astrazeneca.

Por otra parte, quien se ha esforzado porque los 27 países de Unión Europea no convaliden a Sputinik, son los lobbystas de Pfizer. 

Y allí quedan países y personas entrampadas. Posiblemente, sea la explicación para la situación de Argentina. No es necesario entrar en el debate sobre si el gobierno eligió mal. Eso es algo que uno hace con el diario del lunes y no es justo. Si Rusia hubiese cumplido lo pactado en tiempo y forma no estaríamos hablando de esto. Pero no pudo, asumió demasiados compromisos al mismo tiempo.

Esta guerra y la forma en que Rusia y también China "primereó" a los Estados Unidos en el control vacunal del "patio trasero" (nosotros, América Latina), choca en algún punto con los intereses geopolíticos norteamericanos, que está empezando a entender que pierde el control.

Por eso Biden, salió hace pocos días a respladar la liberación de las patentes, una medida que, de tomarse, con Estados Unidos como líder de la jugada, haría recuperar capital político en los países en que lo perdió por la batalla Sputnik-Pfizer, a manos de Rusia.

Más allá del beneficio político que puede obtener Estados Unidos, sería la única salida para América Latina de la guerra de laboratorios de la que quedamos presos.