La característica principal y excluyente de un Estado es el monopolio de la administración y el uso de la violencia legítima, de ese modo, intermedia entre los conflictos de particulares, sanciona y resarce, previene y regula.

En la teoría del Estado, la sociedad cede una serie de derechos parcialmente para que el Estado los regule, pero un solo derecho lo cede completamente, el uso de la fuerza sancionatoria.

Ahora bien, el Estado ha ido abandonando sus funciones. El derecho a la salud pública hizo que todo trabajador desease y en caso de poder, obtuviese, un seguro de salud privado, porque lo que el Estado ofrece es insuficiente y deficiente. Lo mismo ocurre con la educación. Y hace tiempo , también la seguridad: la g ente se encierra tras rejas, cámaras, se arma y busca procurarse justicia. 

Ayer, lo que se ejecuta en Ramos Mejía, fue un grupo enorme de personas buscando procurarse justicia. Ya no una persona individual actuando en su legítima defensa, sino un barrio entero, yendo por justicia al límite del desborde de violencia. Y el Estado conteniendo a ese grupo mediante la policía, por no haber podido contener antes, el acto de injusticia que desencadenó la manifestación.

¿Porque el Estado abandonó sus funciones? ¿Porque hay territorios donde el Estado no entra y está controlado por un subestado delincuencial que dicta y ejecuta normas? Por diversos motivos, pero podríamos enumerar: avaricia de los dirigentes, impericia, presunta conveniencia política, desidia.

Los dirigentes políticos no tienen credibilidad, pero a su vez son las únicas opciones de la oferta electoral, por lo tanto la sociedad no encuentra un horizonte, lo que enerva la decisión colectiva de tomar su defensa en manos propias.

En cualquier encuesta que uno mire, las instituciones no tienen respaldo social. La Justicia especialmente, pero el Congreso ni el Poder Ejecutivo  tampoco, nadie cree en las instituciones.  Pero además no hay dirigente político en el espectro elegible, cuya imagen positiva supere  a la negativa, con lo cual la expectativa es nula.

La política debería  salir con urgencia de su lógica endogámica, de su pedestal, debería abrir el gueto, ver a la gente y mezclarse con ella , analizar el estado de disolución en el que ha entrado hace años y resolverlo, antes de ser arrasados ​​por una situación de anomia que se haga incontrolable.

La oligarquía que controla el poder político debe levantar las barreras que erigió para alejarse de la gente, antes que sea demasiado tarde.