De acuerdo a un informe de BBC Mundo, Finlandia es una sociedad de alta confianza. Según un informe de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), el 71% de la población finlandesa confía en el gobierno, en comparación con el promedio de la OCDE del 41%.

Y no es solo el gobierno: el parlamento, el servicio civil, la policía y los medios de comunicación disfrutan de altos niveles de confianza. Eso no significa que los finlandeses crean todo lo que leen en los periódicos y nunca busquen información en las redes sociales. Pero cuando lo hacen, la mayoría tiene la capacidad de evaluar críticamente la información. 

En un estudio anual del Open Society Institute, el país escandinavo encabeza una tabla global que mide la resiliencia a la desinformación. En el llamado Índice de Alfabetización Mediática, que mide la capacidad de discernir entre noticias verdaderas y falsas, con puntuaciones que van del 0 al 100, Finlandia sacó un 75, la calificación más alta.

Por otro lado, en el otro extremo, se encuentra la Argentina. Según una encuesta de Ricardo Rouvier de 2021, en nuestro país, la confianza en las instituciones podría resumirse en estos porcentajes: solo el 20,2% cree en el periodismo, en las Fuerzas Armadas el 14,4%, en la Policía el 7,9% y los empresarios el 7,2%. Mientras que últimos están el Poder Judicial con 7% y la política con apenas 5,2%.

El informe de BBC cuenta una anécdota muy ilustrativa: "En septiembre pasado, pocas horas después de que el presidente ruso Vladimir Putin llamara a 300.000 reservistas militares para luchar en Ucrania, un video que mostraba largas colas de autos en la frontera entre Finlandia y Rusia comenzó a circular en las redes sociales.

La Guardia Fronteriza de Finlandia se apresuró a señalar que era falso. "Algunos de los videos fueron filmados antes y ahora se sacaron de contexto", informó a través de Twitter.

El tuit fue rápidamente reproducido en la parte superior de la página en vivo sobre la guerra en Ucrania que publica el sitio web de noticias de la emisora nacional Yle.

La respuesta de la Guardia Fronteriza y de Yle destaca un elemento crucial del éxito de Finlandia contra la desinformación: la confianza pública en las autoridades y los medios", explica el artículo.

Cuando no es posible creer en quien genera la información que debería ser oficial y fidedigna, y tampoco en quienes analizan y comunican esa información, la gente genera la suya propia en base a sus impresiones y creencias y las sociedades son permeables a las noticias falsas.

La recuperación de esa confianza, parece un profundo hoyo del que es muy complejo salir. Incluso cuando las instituciones empiecen un esmerado y lento trabajo por ser creíbles, ese proceso de recuperación conviviría con el mar de rumores en que las personas seguirán creyendo más que en el gobierno o los medios, y ese esquema puede hacer sucumbir un camino que estará plagado de espinas.