La posición de Julián Álvarez es un misterio difícil de descifrar para cualquier analista del fútbol. Pero, lo que es más importante, es muy complicada de captar para sus rivales. No es un centrodelantero, no es un extremo, no llega a ser un volante y tampoco tiene las clásicas características de un enganche. 

Sin embargo, puede aparecer en todas esas posiciones y tiene la capacidad técnica como para generar daño en todas ellas. ¿De que juega realmente? A lo largo de la historia, son varios los futbolistas a los que cuesta encasillarlos en un lugar de la cancha. Pero, en el último tiempo, ninguno generó tantas dificultades como el alemán Thomas Müller, multicampeón con el Bayern Múnich y con su Selección. 

Fue descripto de mil maneras posibles y ubicado en varias posiciones de la cancha. Pero en ninguna cuadraba perfectamente. Y, finalmente, se acuñó un término que definió su función: Raumdeuter. 

El vocablo puede traducirse como cazador o interpretador de espacios. Y no cabe duda, el vigente campeón de la Champions League tiene esa como su principal virtud. Sus condiciones técnicas son completas, por lo que a partir de su percepción táctica puede atacar el espacio de la cancha que crea más conveniente o menos ocupado y desde ahí generar daño. 

No se trata solo de la llegada al vacío en el área, aspecto que no es para nada menor y es abarcado en el término, sino de la caza del espacio en cualquier sector. En consecuencia y por lo difícil de interpretar que ambos resultan, la cuenta Sudanalytics, especialista en fútbol y datos, planteó el interrogante en redes sociales: ¿Julián Álvarez, también es un Raumdeuter? 

Definitivamente la pregunta no apunta a comparar ni la carrera ni el talento de un consagrado, campeón del mundo tanto de clubes como de selecciones, con un joven de apenas 21 años que tiene todo para llegar a ser un jugador de elite, pero que recién da sus primeros pasos. 

La cuestión se centra en el análisis de las características y la posición de ambos jugadores. Álvarez asomó en River de cara a un evento mayúsculo: la final de la Copa Libertadores 2018 contra Boca. 

La suspensión de Rafael Santos Borré y la lesión de Ignacio Scocco lo colocaban a Lucas Pratto como la única opción experimentada en ataque. Y allí apareció un muy joven Álvarez, que quien con tan solo 18 años asomó como alternativa de número 9. Poco después empezó a jugar en la Selección Sub 20 dirigida por Fernando Batista. Allí fue subcampeón del Sudamericano de Chile, y elegido en el once ideal de la competencia.

Jamás se desempeñó como centrodelantero; algún partido lo jugó como delantero por los costados y otros arrancando casi en posición de enganche. En el Millonario, posteriormente, tuvo gran participación en la Libertadores 2020. Fue titular en cuatro partidos de la fase de grupos, en los que fue ubicado abierto por la derecha y convirtió cinco goles. Fue el segundo máximo goleador del equipo, solo por detrás de Borré, con muchos menos minutos en cancha. Y, recientemente, volvió a tener una participación importante en el primer equipo. 

En este caso, con un lugar en la cancha aún menos fijo que antes. Puede aparecer por la derecha, adelante de los volantes o atrás del centrodelantero, pero siempre en espacios desocupados para el rival y riesgosos. Con ese posicionamiento, no requiere un contacto permanente ni muy prolongado con la pelota. Suele llegar para definir directamente, para crear una jugada de riesgo con un par de toques o una conducción decidida. 

Es muy poco frecuente que traslade sin rumbo fijo y hasta que aparezca en acción en situaciones poco decisivas. Todas lo descripto lo asimila a Müller. El alemán también arrancó su carrera como delantero por los costados, jugó como 9, como segunda punta y con Pep Guardiola llegó a formar parte inclusive de la línea de tres volantes en el clásico 4-3-3, cuestión a la que Álvarez todavía no llegó, al menos de arranque. 

Y, desde ya, pocos o ningún jugador en actividad es tan determinante para interpretar el espacio como el hombre del Bayern, quien, por otro lado, lleva casi al extremo la no participación en los circuitos de juego hasta que encuentra la forma de ser 100% determinante. La principal diferencia es la cuestión física. Müller cuenta con el tamaño y biotipo del futbolusta alemán histórico y Álvarez no es tan alto ni posee un tronco tan desarrollado por ahora. 

Sin embargo, tiene facultades técnicas y una maniobrabilidad del cuerpo que en muchos casos le permiten utilizar su estructura de 1,70 sin sufrir demasiado ante los posibles embates de sus marcadores.