El segundo clásico del domingo se jugó como tal. Dientes apretados, mucha batalla, gran ritmo y emociones hasta el final. Independiente y Boca igualaron 1 a 1 en el Libertadores de América con goles de Gastón Togni y Carlos Zambrano, en un lindo encuentro. El arbitraje de Patricio Loustau fue malo y determinante en el resultado.

Durante los primeros minutos se compartieron la pelota. Dos equipos que se sienten más cómodos sin la tenencia que con ella creaban más daño cuando podían cortar ataque rivales y salir rápidos que mediante la construcción paciente y elaborada. Ambos tienen jugadores que se sientes más cómodos al atacar directo.

El Rojo fue bastante más descuidado en cuanto a ceder terreno para el contraataque. Primero, Patricio Loustau omitió una falta clara sobre Jonathan Menéndez, el local quedó mal parado atrás y casi lo paga. Carlos Tévez atacó por derecha y centró por abajo para Sebastián Villa que tocó apenas por sobre Sebastián Sosa y la pelota dio en el travesaño. En el rebote tampoco pudo Gonzalo Maroni.

Casi inmediatamente después, los de Julio César Falcioni perdieron la pelota en la salida y se expusieron otra vez a la principal virtud de Boca. Pero, en este caso, Villa definió muy por arriba.

Poco a poco el local se acomodó e hizo lo que sabe hacer. Cedió la pelota, presionó a la altura de la mitad de la cancha y cuando tuvo que atacar fue muy ágil en la circulación con Lucas Romero como eje.

A los 25, consiguió el primer tanto del partido. Desde la derecha, un córner corto derivó en Sebastián Palacios que desbordó fácil a Frank Fabra y tiró un centro pinchado para que, luego de una mala salida de Esteban Andrada, Gastón Togni arremeta de cabeza por el centro del área.

El Rey de Copas le desacomodó la defensa al visitante con posiciones móviles. Especialmente, Menéndez, que se paró casi de enganche y Togni, inicialmente lateral izquierdo, con movimientos hacia el centro. A partir de ese desconcierto en la última línea, Palacios picó al vacío habilitado por Nicolás Capaldo que quedó enganchado y se metió en el área. Carlos Zambrano lo tomó de la camiseta y lo derribó, la jugada continuó y Menéndez definió muy mal.

Ese tiro posterior fue el pretexto ideal para que el árbitro obviara el penal. Sobre el final de la primera mitad, surgió otra acción que Loustau omitió. Juan Manuel Insaurralde derribó a Villa sin falta, pero luego, en el suelo lo pisó con malicia en la rodilla izquierda. Era claramente roja directa para el defensor.

En el segundo tiempo, todo comenzó de manera similar. Pero, de modo casi imprevisible, el Xeneize pegó de pelota parada. De un tiro libre en el borde derecho del área, Mauro Zárate, que recién había ingresado, tiro un centro suave y pinchado, y Zambrano entró con una soledad asombrosa y cabeceó ante Sosa, que se había pasado.

Con el encuentro ya empatado, otra vez una omisión de Loustau afectó las acciones. Jorman Campuzano fue a la disputa contra Romero con la plancha y lo impactó en la rodilla. Nuevamente una jugada en la que correspondía una tarjeta roja fue juzgada como menor. Y un par de minutos después Rojo recorrió 50 metros para buscarlo a Palacios, le pisó el tobillo de atrás y sin pelota y solo recibió la amarilla.

En los últimos 20 minutos el partido se hizo casi informal. Los dos dejaros muchísimos espacios, ya casi no hubo quites en la mitad de la cancha y encima se pegaron de más. Fue abierto y cualquiera pudo llevárselo, pero, a pesar de que los errores arbitrales propiciaron la definición para un lado, el rumbo no se torció.

En el tercer minuto de descuento, Loustau volvió a aparecer para embarrar un buen partido. Tras un centro al área del Rojo, Zambrano saltó y golpeó con el codo a Ayrton Costa, quien luego tocó la pelota con el brazo. El juvenil saltó de manera infantil con el brazo extendido, pero perdió de vista la pelota por el golpe del defensor peruano.

Villa se hizo cargo del penal y lo ejecutó a la izquierda de Sosa, quien acertó y tapo magistralmente. Si bien sufrió en el final, Independiente fue un poco más que Boca. El arbitraje fue realmente pésimo y los dos se vieron afectados por ello. Sin embargo, en el balance, claramente resultó perjudicado el conjunto local.

Tanto en las más decisivas, como en el penal que no le dieron y el que le cobraron en contra, como en las más chicas: las amarillas de los jugadores Xeneizes fueron expulsiones licuadas y las de los hombres del Rojo simples infracciones.