Parte del reinado de un héroe tiene que ver con un aura de invencibilidad que se plasma, cada tanto, en una enorme dosis de suerte. Digámoslo sin ambages: pocos pilotos más suertudos que Hamilton se han visto en la historia. Ya ni eso le queda a Ham; antes pasaba por encima de las salchichas y su Mercedes era un tanque de guerra; hoy, con un auto que ya era claramente menos que el Red Bull, dañó algo en el auto en su primer stint y llegó arrastrándose a la bandera a cuadros.