Una de las cuestiones más maravillosas de la Fórmula 1 es el hecho de que a pesar de la enorme tecnología que se utiliza en los monoplazas, siempre puede haber fallos inesperados que modifiquen el destino de la carrera.

El último domingo, en el Gran Premio de Mónaco, uno de los más emblemáticos, el segundo piloto de Mercedes, Valtteri Bottas, estaba en la segunda colocación. Lo seguía al líder Max Verstappen con aspiraciones, más allá de que se trate de un circuito donde sobrepasar a un rival es muy complejo. Cabía la posibilidad de realizar una buena parada y aguardar por un error en el box de Red Bull.