Wimbledon resultó un trago amargo para Roger Federer. Era poco esperable que en el año de su regreso tras la lesión más larga de su carrera pudiese llegar a la final del torneo, pero la categórica derrota en cuartos de final ante el joven polaco Hubert Hurkacz por 6-3, 7-6 y 6-0 caló hondo en su ánimo. De hecho, afirmó que necesitaría de un largo tiempo para digerir la caída.