“El fútbol es un deporte donde juegan 11 contra 11 y siempre gana Alemania”, sentenció alguna vez, con su habitual ingenio, Gary Lineker, figura inglesa y goleador del Mundial de México 1986. A 35 años de la final de aquel torneo que coronó a la Argentina unos pocos días después de haberle dado una lección histórica a Inglaterra, el equipo de Gareth Southgate rompió con aquella máxima de Lineker.

En Wembley, con un trámite muy parejo y cerrado, la selección inglesa se impuso por 2 a 0 a Alemania, con tantos de Raheem Sterling y Harry Kane y pasó a los cuartos de final. El encuentro fue tenso, con mucho estudio.

Durante los primeros instantes, el equipo de Joachim Löw pareció un poco más firme. A partir del juego interno creado por Thomas Müller y los cortes de Leon Goretzka, el conjunto germánico comenzó con el manejo de la pelota. Pero, tan solo por esos primero 10 minutos duraría. Con el correr del partido, Inglaterra salió de la incomodidad.

Consiguió hacerlo primero a partir de ubicar a Bukayo Saka a la espalda de Robin Gosens para jugar mano a mano con Antonio Rüdiger. La primera clara fue del equipo de Southgate, a partir de un remate de afuera del área de Raheem Sterling.

Desde entonces, la pelota fue siempre inglesa. El encuentro fue muy parejo y de mucha especulación, y siempre dio la sensación de que el dominador de la posesión no tenía necesariamente el control sobre el partido.

De hecho, cuando los ingleses consiguieron jugar en campo rival por un tiempo más prolongado, Alemania tuvo un mano a mano en el que Jordan Pickford, arquero local, pudo con la definición de Timo Werner.

La primera mitad careció de una cantidad cuantiosa de situaciones, pero todas las aproximaciones tuvieron similares inicios: pases largos y cruzados buscando algún espacio detrás de los laterales. Lo más sobresaliente del final de la primera parte fue una plancha violenta e imprudente de Kalvin Phillips sobre Toni Kroos que solo fue sancionada con amarilla y un cierre de Mats Hummels en una acción en la que tras varios rebotes, Harry Kane había conseguido eliminar a Manuel Neuer, aunque nunca estuvo en control de la pelota.

En la segunda mitad, la primera clara fue para los teutones. Kai Havertz tomó una pelota de volea desde afuera del área y si bien el tiro fue al medio, salió fortísimo y Pickford respondió bárbaro.

A pesar de eso y de que la pelota no aseguraba el control, el seleccionado inglés empezó a mostrar una constancia grande para manejar las acciones con paciencia. Tras varios minutos en los que esa escena de la tenencia británica se repitió sin éxito, encontró la chance.

Sterling, que fue el más desequilibrante del partido, rompió con pelota dominada, tocó y fue al área. Jack Grealish, recién ingresado, ubicó a Luke Shaw en la izquierda y el del Manchester United ubicó a Sterling, el del del City, entrando a la carrera. En la que fue prácticamente la primera acción nítida del encuentro, no falló y consiguió la ventaja a falta de 15.

Alemania no se hizo de la pelota. El trámite siguió en las mismas condiciones, pero aun así el conjunto germánico tuvo su chance clara de empatar el juego. Sterling se equivocó en un pase atrás que capturó Havertz. El del Chelsea asistió a Müller que se fue derecho a enfrentar al arquero. Sin embargo, con ángulo y espacio definió cruzado y afuera. Esa acción sería la última esperanza del cuatro veces campeón del mundo.

Quien mejor estaba consiguió rematar el juego. Otra vez Grealish, cuya ausencia en el equipo titular cuesta entender, fue fundamental. Shaw se la robó fácilmente a Serge Gnabry en la mitad de la cancha y abrió con el hombre del Aston Villa, que esperó y asistió a Kane. El pretendido por el Manchester City puso la cabeza a una altura baja y sentenció el trámite.

El equipo de Löw, quien finaliza su exitoso ciclo al frente del seleccionado, que tuvo como punto culmine la obtención del Mundial 2014, no tuvo más reacción. Inglaterra consiguió ganarle por segunda vez en su historia a Alemania en un duelo de eliminación directa.

Solo había logrado imponerse hasta ahora en la final del Mundial 1966, celebrado en el país británico y donde el local fue campeón con el famoso “gol fantasma” de Geoff Hurst, tras un remate que dio en el travesaño y picó pero nunca ingresó.

El equipo de Southgate que hasta ahora siempre jugó en Londres, no será local en los cuartos de final, dado que el partido se disputará en Roma.