El Superclásico de los estilos contrapuestos no defraudó. Los dos plantearon sus partidos acorde a la idea que suelen proponer: Boca retrasado, con enorme predisposición para contraatacar, y River volcado al campo rival, con muchos hombres en ataque y tenencia fluida. Ambos tuvieron su predominio en algún momento del partido, pero finalmente fue empate 1 a 1.

Sebastián Villa, de penal, abrió el resultado, y en la segunda mitad, cuando la pasaba mal, Agustín Palavecino empató de cabeza. No deja de ser un signo de estos tiempos el hecho de que Boca, para recibir a River en su cancha haya optado por sacar a un jugador creativo como Edwin Cardona y haya puesto a un marcador central como Carlos Izquierdoz.

Es cierto, el colombiano tuvo molestias físicas en la semana, pero su reemplazante no fue Mauro Zárate, Franco Soldano o Exequiel Zeballos. Y, el hecho de que, por el contrario, River haya sacado un defensor para poner a un volante creativo como Agustín Palavecino, avala el concepto: el Millonario ha adquirido confianza en La Bombonera, y el Xeneize toma recaudos.

El planteo de Boca pudo ser poco estético, pero se notó un estudio perfecto del libreto del tipo de equipos que al conjunto de Marcel Gallardo le molestan. Muy retrasado, sin presionar, pero con mucha atención puesta sobre Enzo Pérez y Nicolás De La Cruz, de quienes suele partir el juego. Miguel Ángel Russo apostó a la contención defensiva y al peso específico en ataque, que asegura alguna situación por jerarquía individual.

Las dos más claras del primer tiempo fueron de Boca. A pesar de tener muy poca posesión, se las arregló para llegar nítidamente. Primero con un gran pase de tres dedos de Gonzalo Maroni para Frank Fabra, que tiró un centro atrás para que Carlos Tévez entre solo a la carrera a enfrentar a Franco Armani. El 10 definió débil y sin dirección y el arquero de la Selección contuvo bien.

Pocos minutos después, el propio Tévez recibió una pelota de espaldas que pudo ser un compromiso, pero tiro un taco magnífico para Nicolás Capaldo que recibió con ventaja, a la espalda de Fabrizio Angileri y también de Paulo Díaz, quien lo corrió y le cometió penal. Fue Capaldo quien forzó la situación al reducir la marcha y cruzar el cuerpo ante el defensor chileno, quien torpemente se lo llevó puesto. Sebastián Villa ejecutó al medio a poca altura y Armani se volcó muy prematuramente hacia su palo izquierdo.

Con dos llegadas, Boca estaba 1 a 0. River nunca fue profundo. Con Jonatan Maidana poco preciso en los envíos largos, Pérez tomado e inseguro en los pases y Jorge Carrascal un tanto perdido en el costado izquierdo, tuvo la pelota y la hizo circular, pero no dañó. Las pocas aproximaciones se debieron a errores puntuales rivales, como un pase hacia atrás de Jorman Campuzano que trajo sobresaltos en el fondo o alguna acción en la que la subida de Fabra dejó algún hueco en sus espaldas.

Ni bien comenzó el segundo tiempo, Boca pudo sentenciar el partido. Maroni a los 3 ST tuvo el partido en su pie derecho. Tras un centro mal tirado por River, Fabra salió disparado a toda velocidad, se la dio a Tévez que con toda lucidez evitó patear y cedió para Maroni en mejor posición, pero el ex Instituto se afirmó poco en su pie de apoyo, la agarró muy abajo y la tiró varios metros arriba del travesaño. De acuerdo a las propuestas de ambos, lógicamente antagónicas, Boca ejecutaba mejor lo planificado que River.

El Xeneize hizo revolcar a Armani en un par más de situaciones y no sufría en el fondo, salvo en una jugada muy puntual en la que Lisandro López cargó denodadamente contra la espalda de Carrascal y lo derribó. Facundo Tello, árbitro del partido, decidió no sancionar penal. Pero en un minuto, al Xeneize todo se le cayó a pedazos. Fabrizio Angileri metió uno de sus habituales centros venenosos desde la izquierda, de los que caen con fuerza, y Palavecino que ya había intentado llegar al vacío en un par de ocasiones, cabeceó al segundo palo y empató el partido.

Como si un golpe así, en un momento en el que se jugaba como Boca quería, no fuese suficiente, casi instantáneamente después Carlos Zambrano fue totalmente imprudente y se hizo expulsar. Ya en el primer tiempo había sido amonestado por un manotazo sobre De La Cruz, y en la segunda mitad, nuevamente y sin cuidado alguno con la amarilla a cuestas, volvió a abrir desmedidamente los brazos y golpeó a Matías Suárez. Tello, en este caso, lo expulsó correctamente.

River creció y fue por el triunfo. Un remate violento y cruzado de Angileri pudo desnivelar la historia, pero Esteban Andrada puso el brazo firme y la sacó contra su palo izquierdo. Pero otra vez, el dominador sufrió un cachetazo. Milton Casco, quien ya estaba amonestado, cargó duro contra Fabra, aunque sin un impacto concreto. Sin embargo, es una imprudencia total ir a chocar de ese modo con una amarilla encima y con un equipo rival que ya tiene un hombre menos.

10 contra 10, el Millonario siguió con la iniciativa y con los espacios correspondientes a la ausencia de dos hombres, tuvo más sectores para aprovechar. Los contraataques del conjunto de La Ribera, que en algún momento de la etapa complementaria fueron muy constantes, se volvieron esporádicos.

El equipo de Gallardo estuvo a centímetros de llevarse los tres puntos sobre el final. Federico Girotti desbordó con sorpresiva facilidad a Marcos Rojo, que debutó en Boca y tiró un centro atrás que Izquierdoz cabeceó contra su arco. La pelota superó a Andrada pero tomó un efecto muy extraño y en vez de entrar se fue hacia la derecha. Otra vez Angileri llegó para empujarla pero, sin ángulo, la estrelló contra el palo.

Finalmente fue empate. La subjetividad llevará a inclinarse estética y futbolísticamente por la idea de uno u otro. Sin embargo, en este caso puntual, Boca dejó la sensación de haber estado más cerca de concretar aquello que planificó que River. Sin embargo, también es cierto que como local y habiendo arrancado en ventaja, con esa búsqueda que prioriza la firmeza defensiva, al Xeneize se lo empataron.

Juan Ignacio Minotti