“Fría, tremendamente estricta, horrible y humillante. Un verdadero campo de concentración a cien km de Moscú”. Así definieron en su momento los allegados de Alexei Navalny, a la prisión IK-2 que fue derivado después que en febrero la justicia rusa lo obligara a cumplir una sentencia de cárcel por malversación de fondos suspendida desde 2014.