El 4 de diciembre de 2020, el Congreso sancionó la Ley de Manejo del Fuego. La norma llevó el número 27.604 y el Ejecutivo mostró cierta celeridad en promulgarla mediante el Decreto 1038/2020, el 23 de diciembre de ese año.

Pero fue un espejismo, una bomba de humo, valga la perversa alegoría. Porque lo imprescindible para que la ley sea aplicable es que sea reglamentada, y el gobierno lleva un año con ese compromiso pendiente y sin resolver. No parece ser una prioridad para el presidente Alberto Fernández, pese a que, en todos estos meses, los bosques nativos se siguieron prendiendo fuego y la herramienta legal fue inútil.