El gabinete y los principales funcionarios de la administración de Alberto Fernández, están divididos y a la vez unidos. ¿Qué los une? La indignación con la actitud del presidente. La mayoría no conocía los hechos, salvo por núcleo super íntimo, sus dos funcionarios-amigos, los demás estaban en ascuas.

"¿Sabés lo que fue trabajar así? Un despelote, pero hicimos lo posible para cuidar la imagen, no nos puede hacer esto justo el presidente", dijo a Continental un secretario de Estado. La frase es casi unánime en todas las fuentes consultadas.

En lo que están divididos es en como enfrentar el conflicto. Todos saben que el hecho de que Santiago Cafiero haya salido a reconocer las cosas en el programa radial de Gustavo Silvestre no alcanza. ¿Entonces que hacer?.

Un grupo grande de funcionarios es partidario de la "doctrina Aníbal", echarle la culpa a Fabiola Yáñez, tirarla a los leones y que pague los costos, en definitiva "no es un cuadro del espacio" dicen. "El turco la echó a Zulema de Olivos y no pasó nada", dijo la fuente haciendo referencia al divorcio de Carlos Menem con Zulema Yoma, cuando el jefe de la Casa Militar, el brigadier Antonietti, expulsó de Olivos a la entonces primera dama.

Otros creen que eso tampoco alcanza y que tratar así a la mujer del presidente en estos tiempos, no es viable. "Esto es fácil, conferencia de prensa, reconocimiento absoluto y pedido de disculpas a la sociedad, 'soy humano me equivoqué', es lo único que puede funcionar", dice otro funcionario.

Lo único cierto es que la crisis no terminó aquí, que se busca al culpable de la difusión de la foto y que si bien muchos hablan de un entidad superior que identifican como "los servicios", todos saben que esos servicios responden a alguien cuando hacen algo, responden a la política. 

Y el momento de la difusión es estratégico, en plena campaña. Santiago Cafiero, en su mea culpa condicionado, habló de la oposición, pero adentro todos saben que no hay nadie en la oposición con esa "capacidad operativa", esto viene de adentro y fue un golpe de efecto pacientemente elaborado, lo suficientemente cerca de las elecciones para que el daño se produzca, y lo suficientemente lejos para que no sea un golpe mortal.