¿Un país tiene los jueces que se merece? Frente a situaciones como las vividas en estos días, viene a la cabeza una recordada frase de Carlos Fayt al entonces presidente Raúl Alfonsín, el día que este lo convocó para designarlo en la Corte. Fayt le dijo: "Gracias señor presidente, entonces usted y yo, esta es la última vez que hablamos". Lejos, estamos muy lejos de eso.

La degradación de la calidad democrática es extraordinaria, con ella, los representantes, la política en general y claro, los jueces, que a la postre, son designados por los políticos, sea cual fuese el artificio que hayan inventado con el Consejo de la Magistratura.

Desde la recuperación democrática hasta hoy, lejos de profundizar las cualidades del sistema, lo hemos horadado hasta sus cimientos, hemos transformado al Poder Judicial en una guerra entre amigos de élites políticas de uno y otro palo, lejos del derecho, lejos de la ley y de la protección de las instituciones.

Lo cierto es que, el hecho de que una de las camaristas de la Justicia porteña, sea la hermana de un funcionario, no está prohibido, pero hace ruido, es feito. Ayer por la mañana en Buen Día Continental, Horacio Rodríguez Larreta, preguntado por este tema dijo que la jueza Macchiaveli "ganó un concurso" y que tenía derecho a serlo aunque su hermano fuese funcionario. Y es cierto, pero sería mas prolijo que en una causa que beneficia la posición del gobierno local en una disputa con el nacional, se excusase. Es fácil excusarse, por motivos de "decoro y delicadeza".

Por otro lado que la causa presentada por el Procurador del Tesoro Carlos Zannini, para desarticular la resolución de la Cámara porteña, caiga en otro magistrado cuya designación en el período de Néstor Kirchner, estuvo teñida de irregularidades, es otro papelón.

Y que encima, todos estos digan cosas distintas, interpreten el derecho y las competencias de acuerdo a los intereses de sus paters políticos con impúdico desenfado, destroza la Justicia y el sistema institucional. Un mamarracho, de uno y otro lado, y en el medio un pobre tipo, que quiere hacer valer sus derechos en cualquier órbita, sometido a esta "no Justicia".

Para no olvidarnos, está la Corte Suprema. Ese Tribunal superior que bien podría ser visto como el padre de todos los males. El que no aparece cuando la crisis institucional es gravísima, para no comprometerse, el que dilata, calcula, se esconde. Salvo, cuando las presiones políticas se hacen insostenibles y los empujan a un lado o a otro.

La cita es de El Talmud, pero la popularizó el enorme Tato Bores: "Desgraciada la generación cuyos jueces merecen ser juzgados".