Victoria épica de Max Verstappen en el GP de Francia. La primera tripleta de victorias consecutivas de Red Bull en la Era V6 Turbo Híbrida. Estamos ante un monstruo extraño e inédito en la historia de la F1. A veces uno se exaspera con errores tontos de Max que regalan puntos, como esa pasada en la curva 1 causada por la falta de tracción previsible en una pista lavada tras la lluvia de la mañana, que le entregó la punta a Hamilton. Y piensa que le falta madurar, levantar un poco la patita, dejar de querer ganar cada maniobra y pensar más en ganar el campeonato. 


Luego hace cosas como la de hoy y recuerdo una anécdota del Tano Fazzini con el legendario Victorio Spinetto, entrenador de un adolescente llamado Diego Maradona que despuntaba entonces en Argentinos Juniors. Tras una admirada enumeración de las virtudes del Pibe de Oro, el Tano concluyó: "Lástima que la derecha la tiene para subirse al colectivo". La lacónica respuesta de Spinetto fue de antología: "No la necesita". 

Max no necesita madurar. Como un semidiós griego, como un superhéroe de Marvel, superpoderoso y falible, comete un error tonto y lo subsana con una genialidad. 

    La carrera

En la vuelta 13, varios pilotos ya reportaban graining en el neumático medio: la pista no sólo estaba desengomada por la lluvia matutina, también estaba más fría que el viernes, y los punteros giraban dos segundos más lento que en las tandas largas del viernes. 

En la vuelta 15, Leclerc mostró que el camino era el undercut al cargar los duros y superar a varios que pararon después y tenían mejor ritmo. Igualmente, las Ferrari volvieron a hundirse en carrera, en un circuito como Paul Ricard que demanda un poco de todo y con un auto al que le falta un poquito de todo. 

Red Bull se recuperó del error inicial de Max anticipando la parada; Ham paró en la vuelta siguiente, la 20, y la parada fue una décima más rápida que la del holandés, pero Max voló en pista y lo superó por una uña. 


A partir de allí, los Mercedes fueron a la caza de Max, con un ritmo evidentemente mejor en un circuito favorable a las características de su auto, pero pronto el ritmo les cobró tributo a los cuatro grandes de este año (que le sacaban más de un segundo por vuelta a la punta del segundo pelotón).

Y ahí aparece el monstruo: Red Bull toma una segunda decisión clave, instigada por Max, que les había advertido que era imposible ir hasta el final con ese juego de neumáticos duros. Ante la oportunidad estratégica, allí donde Ham generalmente duda y luego, si sale mal, recrimina, Max no dudó y aplicó una estrategia arriesgada (¿veintipico de vueltas con el medio cuando el duro no había durado ni 15?), supo mimar sus neumáticos lo suficiente y atacó como una fiera la posición de un Hamilton que ya en la vuelta 33 adivinaba que su destino estaba jugado. Con la misma decisión con la que, en el GP de España, Max decidió quedarse en pista ante la segunda parada de Hamilton, perdió y se tomó con filosofía el error, en Paul Ricard entró lo antes posible para forzar a Hamilton a una estrategia perdedora: si paraba una vuelta después, el séptuple quedaba atrás; si aguantaba en pista, no llegaba con sus gomas indemnes al final, y no tendría defensa ante el brioso neerlandés. 


El alarido de cancha de fútbol cuando Verstappen pasó al británico en la curva 8 de la vuelta 52 (la anteúltima) fue el marco perfecto para lo que se estaba viviendo: como alguna vez Schumacher en Hungría 1998, hoy nace una leyenda. En aquel momento, el genial Ross Brawn, desde el box de Ferrari, le ordenó hacer una parada extra como única opción de victoria ante unos McLaren imperiales aquel año; cuando salió de boxes, Brawn le dijo a Schumi que tenía que descontar 25 segundos en 19 vueltas; la respuesta del alemán también fue de lacónica antología: "Muchas gracias". Y a partir de allí, silencio de radio y una remontada épica; cuando todos completaron sus paradas en boxes, Schumacher estaba 4 segundos delante del McLaren de Coulthard. 


Lo repito, porque marca el fin de una época (la de más omnímodo dominio de un equipo en la historia de la F1): por primera vez desde 2013 (por primera vez en la Era V6 Turbo Híbrida), Red Bull obtuvo tres victorias consecutivas. Tenemos campeonato, tenemos dos genios falibles (uno sabio e inseguro, otro arrogante y granítico). Y tenemos un piloto que apenas despunta y que promete una trayectoria épica y asombrosa; porque la historia dirá dentro de muchos años que hoy ha acabado la Era Mercedes y ha nacido la leyenda de Max Verstappen.