The Guardian. La nieve de enero yacía espesa en el suelo de Moscú, mientras oficiales enmascarados del FSB, la temible agencia de seguridad de Rusia, se preparaban para derribar las puertas de una de las 25 direcciones que allanarían ese día.

Su objetivo era REvil, un oscuro cónclave de piratas informáticos que afirmaba haber robado más de $100 millones (£74 millones) al año a través de ataques de "ransomware", antes de desaparecer repentinamente .