Al ser un neurotransmisor se encarga de llevar un mensaje desde las neuronas que lo producen hacia otras células, por esta razón interviene en los procesos como el control del movimiento, la memoria, la recompensa cerebral -ese mecanismo de nuestro cerebro que nos refuerza a repetir una conducta- o el aprendizaje.

Una de las funciones principales de la dopamina es proporcionar placer y relajación. Cuando interviene en los procesos de memoria y aprendizaje regula la duración de los recuerdos. Por eso, el aprendizaje que contiene una carga emocional dura más, porque aprender provoca placer y la información se retiene durante más tiempo.

A pesar de esto, es la culpable de nuestras adicciones, de las malas y de las menos malas. Entre las malas, las drogas aumentan la cantidad de dopamina en el sistema de recompensa del cerebro, lo que produce un estado de placer que refuerza que sigamos consumiéndolas. Algo parecido pasa con las menos malas, como el dulce o la comida basura.

Otra carga negativa que tiene la dopamina es que esta relacionada con muchas enfermedades psiquiátricas y neurológicas. Una de las peores enfermedades que es causada por la falta de dopamina es la enfermedad de Parkinson, cuyo Día Mundial se celebra el 11 de abril.

En este caso, la causa de este trastorno es la muerte de las neuronas que producen dopamina en una región del cerebro que se llama sustancia negra. Esta dopamina está implicada en el control de la actividad motora, de ahí los síntomas que presentan los pacientes que la sufren.

Si bien aún no hay una cura contra el párkinson, el fármaco que tiene un mayor uso contra la enfermedad es la levodopa, precursor metabólico de la dopamina. Es decir, cuando se consume por vía oral, se absorbe rápidamente en el intestino y rápidamente llega al cerebro, donde se transforma en dopamina, mejorando el control del movimiento.