Durante años, los oceanógrafos chilenos Osvaldo Ulloa y Rubén Escribano se habían imaginado en sus conversaciones cómo sería el paisaje alienígena de la fosa de Atacama, esa impresionante hendidura que cae a más de 8.000 metros de profundidad frente a las costas de Chile y Perú y que ningún ser humano había visto directamente.