En medio de las protestas por los derechos de las mujeres que inundan las calles del país de medio oriente, inculparon al futbolista iraní Amir Nasr-Azadanni de participar en el asesinato de tres funcionarios de seguridad.

El caso del joven deportista conmocionó a la comunidad y el régimen recibió un fuerte repudio a nivel mundial.

El gobierno modificó la condena de muerte a 16 años de prisión en un principio, sumados a cinco por cargos de reunión y colusión para cometer delitos y a cinco adicionales por pertenecer a grupos ilegales que perturban la seguridad pública.

Junto al futbolista, fueron condenados otros tres implicados en los disturbios que culminaron con la muerte de los milicianos islámicos, en la ciudad de Isfahan en los primeros días de noviembre, los cuales fueron condenados a muerte y otro a dos años de prisión, según la agencia Mizan del Poder Judicial.

En el juicio se dieron a conocer las sentencias de los 11 acusados de asesinar a los milicianos bajo el delito de “moharebe” o “enemistad contra dios”, en el cual Mizan declaró que cuatro de los enjuiciados contaron con abogados propios y los demás fueron defendidos por letrados de oficio.