¿Sabés por qué es importante mantener viva una ilusión? Porque es una clara señal de esperanza. Sin una ilusión no existiría el mañana ni nada que sea pariente directo del futuro. Sin una ilusión no tendríamos la oportunidad de soñar con la llegada de la media naranja o del príncipe azul, según el caso, que conquiste nuestros corazones. Si no nos pudiéramos ilusionar no iríamos con nuestras ambiciones a cuestas a depositar un voto de confianza, como nos tocará en suerte otra vez este año. Si la ilusión no fuera una alternativa, no nos acostaríamos cada noche pensando en que mañana tendremos la oportunidad que nos da la vida de una revancha para superarnos e ir por más, que no es lo mismo que ir por todo. Y no nos hubiéramos acostado anoche, como cada 5 de enero, dejando el calzado más bonito, sano, prolijo y hasta lustrado, a la espera de que nos dejen el regalo que tanto queremos, o al menos, el que esté al alcance de cada bolsillo. Es extraño cuando profesás una religión como la católica y renovás la fe en un litúrgico calendario de fechas vinculadas con la llegada del hijo del máximo creador que el redentor llega al mundo un día que eclipsa obviamente al resto de las fechas porque es su nacimiento y por lo tanto esa Navidad es incomparable. Guiados por la estrella de Belén, 3 hombres a bordo de sus camellos, recorren largas distancias para llevar los regalos por su nacimiento como sucede cuando cualquier bebé agranda una familia y todos nos emocionamos a la hora de conocerlo y no debemos ir con las manos vacías. Por eso, los regalos se repiten cuando cumplimos año tras año, porque reconstruimos nuestro nacimiento. Renacemos. ¿Ahora cómo puede ser que un personaje que se metió por la chimenea haya logrado mejor prensa que estos 3 personajes que en cambio fueron parte verídica de la historia oficial? Papá Noel porque viene sponsoreado por una gaseosa que le dio sus colores, inspirado en el Obispo de San Nicolás aparece el mismo día del Nacimiento de Jesús. Y en cambio, los Reyes Magos, como tardaron demasiado en llegar y se hicieron esperar, casi que son como el segundo semestre que tanto nos vendieron. Llegan cuando nos gastamos todo, hasta el medio aguinaldo, en las fiestas que los precedieron.