El rendimiento de la Selección Argentina fue positivo y negativo en los mismos aspectos que contra Colombia por Eliminatorias y contra Chile en el debut por Copa América. Sin embargo, algunos rendimientos individuales redujeron el impacto de las flaquezas y pudo imponerse. Le ganó 1 a 0 a Uruguay con gol de Guido Rodríguez y sumó su primer triunfo.

El conjunto nacional cedió la pelota en el arranque de manera intencional. Se predispuso a presionar y lo hizo muy bien: fue intenso y ocupó los espacios de manera acertada. Consiguió robar en varias oportunidades, pero cuando obtuvo la pelota se nubló. Tan solo una parte del libreto parecía funcionar. Lautaro Martínez, protagonista de varios de esos intentos ofensivos, cometió en reiteradas oportunidades el mismo error: en vez de intentar buscar el espacio vacío o aquel en el cual hubiese compañeros, fue de frente a chocar contra una pared de rivales.

A los 7, Argentina tuvo una clara. Lionel Messi recibió por derecha y ensayó su clásica jugada de derecha al centro, apoyado por la subida de Nahuel Molina Lucero por la derecha. El 10 remató y Fernando Muslera despejó de manera imperfecta, pero Martínez se pasó en el rebote y no pudo definir. Un rato más tarde, tras una jugada preparada, Nicolás Otamendi metió un buen cabezazo pero de difícil trayectoria, porque estaba muy lejos del arco. La albiceleste era más.

A los 12, ya cuando el equipo de Lionel Scaloni manejaba decididamente mejor la pelota, llegó el primer gol. Otra vez, tras un córner, evitaron jugarla directo al área. Rodrigo De Paul jugó corto con Messi quien esperó un movimiento entre los potenciales receptores, aceleró hacia la izquierda y sacó un centro preciso. Por la derecha apareció Guido Rodríguez, detrás de todos, para cruzar un cabezazo que pegó en el palo y se metió.

A los 27, Messi encabezó una contra en total soledad. Nicolás González, que otra vez hizo un buen partido, había quedado fuera de la jugada tras un esfuerzo anterior y Martínez lo había cubierto en defensa, por lo que el del Barcelona fue solo, encaró hasta donde pudo y vio con maestría la ayuda de Molina Lucero que se animó a subir y terminó rematando fuerte. Sin embargo, Muslera la pudo rechazar al tiro de esquina.

La primera media hora del conjunto nacional fue muy buena desde lo individual y lo colectivo. Los pocos minutos de bajón se debieron principalmente a la imposibilidad de mantener un ritmo físico tan alto durante tanto tiempo.  Fue un equipo que por momentos mostró una velocidad ofensiva que debe servir como punto de partida para mejorar la precisión en espacios reducidos y la toma de decisiones.

En la segunda mitad, el equipo de Scaloni se retrasó bastante, como en el tramo final del primer tiempo, pero tuvo espacios para generar alguna acción de contraataque. Las malas decisiones de Martínez truncaron esas oportunidades, por lo que el entrenador lo reemplazó rápidamente por Joaquín Correa. Además, Giovani Lo Celso que es claramente el armador de juego del equipo, fue sustituido por Exequiel Palacios, como consecuencia de una molestia física.

Con cada minuto que transcurrió, el equipo nacional cedió más terreno y más protagonismo. De estar expectante pasó a defenderse y quedar casi sin aspiraciones de preocupar al arquero uruguayo. Además, mostró un deterioro físico llamativo. La ausencia de jugadores fijos en tres cuartos de cancha le permitió a la selección de Óscar Washington Tabárez adelantar a sus volantes e incluso sacar a Lucas Torreira, el de mayores virtudes defensivas. Todo eso cuando quedaban más de 25 minutos.

El ingreso de Ángel Di María por Nicolás González le dio un poco más de aire al equipo en su peor momento. El hombre del PSG entró a jugar más por el centro de la cancha que por la banda. Ocupó una posición en la que ofreció más posibilidad de descarga para sus compañeros e incomodó a los mediocampistas rivales. Su rendimiento fue superior desde lo táctico que desde lo técnico.

Ese otro hombre en ataque por el centro de la cancha le dio mayor libertad a Messi, que por haber sido el único jugador de desequilibrio plantado en ataque durante buena parte del segundo tiempo, no había podido entrar tanto en juego. Desde entonces, fue mucho más participativo y tuvo varios de sus habituales arranques a pura gambeta.

El segundo tiempo del conjunto nacional volvió a estar lejos de lo ideal. Más allá de eso, está claro que en ese retroceso que ya se volvió una constante en el complemento de los partidos, encuentra más comodidad con un mediocampista central como Guido Rodríguez, que ocupa muy bien los espacios defensivos y que tuvo un grado muy alto de efectividad en los pases. Además, la presencia de Cristian Romero soluciona casi cualquier desperfecto en la última línea. El cordobés es casi impasable en el mano a mano. El triunfo es importante, por lo numérico pero fundamentalmente por el rival. Siempre que sea el punto de partida y no el techo, el rendimiento habrá sido correcto.