Hace pocas horas el primer ministro de Israel, Benjamin Netanyahu, señaló que el bombardeo contra Gaza continuaría. Y no hay dudas que la escalada de violencia en Israel, Cisjordania y Gaza, en la que han muerto más de 100 personas y resultaron heridas otras 300, ha puesto de manifiesto que las líneas divisorias centrales del conflicto entre israelíes y palestinos siguen siendo profundas.

Pero la dinámica de la violencia también pone de manifiesto las divisiones internas y las crisis de liderazgo de ambas partes. Por un lado, para los israelíes, esto se ha manifestado en cuatro elecciones en dos años que hasta ahora no han terminado en la formación de un gobierno estable.

Las últimas, celebradas el 23 de marzo, siguen sumidas en las disputas entre varios partidos. Las conversaciones sobre la coalición se congelaron el lunes tras el estallido de violencia en Jerusalén y en Gaza. Mientras tanto para los palestinos, la actual crisis de liderazgo se ha encapsulado en el mando de la resistencia por parte de Hamas, lo que margina aún más al partido Fatah de Mahmud Abbas y a la Autoridad Palestina, de la que es presidente.

Hace quince años las tensiones entre Al Fatah y Hamas han dominado la política palestina cuando Hamas salió victorioso en las elecciones parlamentarias de la Autoridad Palestina para el Consejo Legislativo Palestino, lo que puso fin a la era de dominio de Fatah. Luego del conflicto armado entre las dos facciones y el fracaso de un intento de gobierno de unidad, la dirección palestina ha estado dividida desde 2007, con la Autoridad Palestina dirigida por Fatah gobernando Cisjordania y Hamas gobernando la Franja de Gaza.

Para Israel, Estados Unidos, Canadá, Japón, la Unión Europea y otros países, el grupo islámico es una "organización terrorista", debido a su amplio historial de ataques contra objetivos israelíes y a su compromiso de destruir ese estado, algo que consta en su acta fundacional.

Pero para sus seguidores es un movimiento de resistencia legítimo. En mayo de 2017, por primera vez desde su fundación, Hamas publicó un documento de nuevas políticas en el que declaró su voluntad de aceptar un Estado palestino interino dentro de las fronteras anteriores a 1967 (cuando Israel tomó control de toda Jerusalén y Cisjordania en la Guerra de los Seis Días). No obstante, siguió sin reconocer a Israel, aunque no repitió el lenguaje antijudío de su carta constitucional.

El texto se interpretó como un esfuerzo de Hamás por proyectar una imagen más suave, aunque la organización dejó en claro que el documento no era un reemplazo de su carta constitucional original que declara, entre otras, que la tierra de Palestina es una posesión sagrada para los musulmanes irrenunciable y hace un llamado a la yihad -una guerra santa- que la reivindique.

Esos reclamos volvieron a ser el detonante de nuevas hostilidades en mayo de 2021, con el lanzamiento de centenares de cohetes desde la Franja de Gaza, tras choques de las fuerzas israelíes con fieles musulmanes en la sagrada mezquita de Al Aqsa, en Jerusalén, y los planes para desalojar a familias palestinas de sus hogares para abrirles el paso a colonos judíos.

Israel respondió con ataques aéreos contundentes, destruyendo edificios y matando a varios altos comandantes militares de Hamás. En tres ocasiones ha llevado a cabo campañas militares en contra de los militantes de Hamás; en diciembre de 2008, noviembre de 2012 y julio de 2014.

Las dos primeras campañas israelíes afectaron seriamente la capacidad militar de Hamás pero el grupo logró renovados apoyos en Gaza y Cisjordania por haberse enfrentado a Israel y haber sobrevivido. Fuentes palestinas indicaron que la facción islámica intentó mantener la calma tras la segunda operación militar -que dejó 170 palestinos, la mayoría de ellos civiles, y seis israelíes muertos en los ocho días de enfrentamientos- y que las Brigadas Qassam dejaron de lanzar cohetes hacia Israel.

Pero el grupo tampoco hizo nada por evitar que otras facciones en la Franja realizarán sus propios ataques, aparentemente porque no quería ser visto como menos comprometido en su lucha contra el estado israelí que otros grupos militantes, particularmente la Yihad Islámica.

En julio de 2013 Hamás sufrió un duro revés cuando el líder de los Hermanos Musulmanes, Mohamed Morsi, uno de sus principales aliados, fue víctima de "un golpe de Estado" en Egipto y perdió la presidencia.

Pero ese no fue el único problema a nivel regional que tuvo el grupo: su alineación con los grupos sunitas en Siria opuestos al presidente chiita Bashar al Assad lo dejó sin el financiamiento de Irán, nación chiita aliada con el mandatario sirio y que solía donar hasta US$20 millones al mes a Hamás, suficiente dinero como para mantener al gobierno en Gaza.

Cercado internacionalmente, en abril de 2014, el líder de Hamás, Khaled Meshaal, aceptó integrar un gobierno de unidad nacional con Fatah, liderada por Mahmoud Abbas desde la muerte de Yasser Arafat. Dos meses después, el secuestro y muerte de tres adolescentes israelíes en Cisjordania motivó el arresto de varios miembros del grupo islámico en ese territorio y los cohetes volvieron a lanzarse desde Gaza.

Hamás asumió la responsabilidad por el lanzamiento de estos misiles desde la Franja por primera vez desde 2012 y los enemigos tradicionales se volvieron a enredar en intensos enfrentamientos durante meses. Tras 50 días de violencia se logró un cese el fuego. Por lo menos 2.189 palestinos murieron, incluyendo más de 1.486 civiles, según la ONU. De parte de Israel, 67 soldados murieron además de seis civiles. La nueva escalada de violencia en mayo de 2021 es la más intensa y grave desde 2014.

Más allá de los esfuerzos de reconciliación en los últimos años las desavenencias persisten. Ambas partes acordaron en otoño de 2020 celebrar nuevas elecciones, pero estas fueron aplazadas “indefinidamente” por Abbas a finales de abril. Aunque la Autoridad Palestina citó las restricciones israelíes al voto de los residentes de Jerusalén como causa de este retraso, muchos suponen que la suspensión se debe más a la baja popularidad de Abbas en las últimas encuestas.

En el período previo a las elecciones, Hamas trató hábilmente de vincular su movimiento con la protección de Jerusalén, una cuestión de gran resonancia política y religiosa, especialmente durante el mes de Ramadán.

Hamas planeó presentar una lista de candidatos con el lema “Jerusalén es nuestro destino”, y dispararon cohetes como muestra de fuerza y solidaridad con los palestinos que protestaban contra la Policía israelí, que restringía el acceso a la Puerta de Damasco.

Esta es una de las principales entradas a la Ciudad Vieja de Jerusalén, y un popular punto de encuentro para los palestinos, especialmente durante el Ramadán, después de la oración de la tarde.