Occidente inició la guerra comunicacional cuando, utilizando los viejos medios de comunicación como aliados de su propaganda política-bélica, empezó a anunciar la inminencia del ataque ruso a Ucrania. Sesudos analistas instalando que enfretabamos a una monstruo criminal, atroz e invasor, poniendo en marcha una maquinaria de comunicación propia de la guerra fría, utilizando canales a los que ya casi nadie le cree, porque no canalizan el diálogo social sino un discurso unidireccionado

Por el otro lado, Vladimir Putin, sin chances de convencer al mundo de nada, enviando mensajes internos de similar tenor a su propia población para lograr cohesión. No convenció. Las encuestas en Moscú muestran que la gente no quiere la guerra y las autoridades han reprimido y encarcelado manifestantes que rechazan la guerra.

Ambos bandos utilizaron la prohibición y la censura del adversario. Putin impidió usar la palabra "invasión" en los medios que se leen en Rusia. Estados Unidos mando a los buscadores occidentales a quitar de sus opciones la posibilidad de leer medios rusos, por ejemplo Sputnik News.

Volodymyr Zelensky es un comunicador. Tiene 44 años y educación moderna. Comunica como un tiktoker, armó una mística de la resistencia en base un lenguaje actual y usando los canales actuales. Su primer video, filmado por la noche, por el propio Zelensky con su teléfono inteligente, con parte de su gabinete, en la oscuridad, diciendo que el y su familia seguían en Kiev encabezando la resistencia, generó admiración y adhesión en todo el mundo, no solo por la tendencia a apañar al débil, que está en la condición humana, sino además, porque lo transmitió como lo haría cualquiera de nosotros si consigue esconderse cuando entran ladrones a su casa.

Zelensky entendió que comunicar por las vías que lo hace el resto de la humanidad lo pone en diálogo con el mundo, con cada uno. La difusión de imágenes puntuales de un hospital atacado, unos niños agredidos, unos civiles huyendo, pero no por los medios masivos de comunicación sino por las redes, le dieron una ventaja extraordinaria en términos comunicacionales.

Su relato místico del heroísmo en la clandestinidad, obligó a Occidente a tomar medidas que no hubiese tomado de otra forma. Zelensky era despreciado, no solamente por Rusia, también por Occidente que ante la inminencia del ataque que los norteamericanos mismos proclamaban, no recibió financiamiento, ni armas, ni medidas preventivas que, como el propio presidente ucraniano dijo, hubiesen evitado la invasión.

Volodymyr puede ganar o perder la conflagración bélica, pero su comprensión del sistema comunicacional de los 2022 lo transformó en un líder mundial de estatura superadora tanto del lentísimo Joe Biden como anticuado Vladimir Putin.

Hoy y con el solo recurso de la comunicación, el presidente ucraniano ya negocia con su invasor a propuesta de este, y reta a Biden por teléfono, pidiéndole que si le va a mandar ayuda, que esa ayuda sea "util". El triunfo de Zelensky consistió entender el espíritu de los tiempos, que ignoraron sus invasores y también sus "aliados" que nunca le dieron nada.