Concluyó ayer el segundo examen sobre la filiación de Marcela y Felipe Noble Herrera: luego de cotejar el ADN de ambos jóvenes, la Justicia comprobó que no son hijos de personas desaparecidas en 1975 y 1976  que figuren en el Banco Nacional de Datos Genéticos, año este último en que nacieron los hermanos.

Este estudio, realizado en el BNDG, es el más importante de los tres ordenados por la jueza federal Sandra Arroyo Salgado, porque el cotejo consistió en comparar los perfiles genéticos de Marcela y Felipe -que nacieron a comienzos de 1976 y fueron entregados en guarda, respectivamente, en mayo y julio de ese año-, con el de familiares de personas que desaparecieron en los 24 meses más próximos a aquellas fechas.

El alcance del estudio fue más amplio que el que había ordenado la Cámara de Casación, que había limitado la comparación al primer semestre de 1976. Tras una década de resistencia y trabas judiciales, Marcela y Felipe consintieron hacer un cotejo mayor, según dijeron en un escrito, para poner fin a lo que calificaron como una persecución política.

Así, el resultado del segundo examen, que se hizo por una doble vía -manual e informatizada- se suma al que el lunes último arrojó el primer estudio, en el que la Justicia y los peritos arribaron a la conclusión de que los hijos adoptivos de la directora del diario Clarín, Ernestina Herrera de Noble, no son descendientes de las dos familias Miranda-Lanoscou y García-Gualdero.