Luego de una caída del Producto Bruto Interno (PBI) del 10% el año pasado y una profundización de la crisis social, con una tasa de desempleo que llegó al 11% y un índice de pobreza que superó el 40%, según datos oficiales, el Gobierno quiere evitar que la foto se repita en 2021.

Pero, puertas adentro, reconocen que las restricciones a la circulación para contener el avance de la pandemia impactarán en la actividad económica, con una baja del consumo que ocasionará un menor nivel de recaudación y una consecuente suba de la emisión monetaria, para hacerle frente a los mayores gastos derivados de la segunda ola de la pandemia, que no estaban contemplados, originalmente, en el presupuesto diseñado para este año.

Las nuevas medidas perjudicarán, principalmente, a industrias que ya venían golpeadas, como la gastronomía, sectores vinculados a la recreación y el turismo, que seguirán funcionando con niveles muy por debajo de la pre-pandemia durante los próximos meses.

Tal es la preocupación que 8 de cada 10 empresarios de distintas partes del país temen más por la evolución de sus negocios que por la pandemia, según un relevamiento de Grupo Set Latam, entre 300 encuestados.

El agravamiento de la situación sanitaria, con récord de contagios en los últimos días, significa una amenaza para alcanzar la esperada reactivación de la economía y pone en suspenso el plan del Gobierno para bajar la inflación, y terminar 2021 con la meta del 29% de aumento, en un año signado por elecciones legislativas, cuya realización también está en duda.

El panorama es poco alentador. Tras conocerse el dato de la inflación de marzo, del 4,8%, de acuerdo al Instituto Nacional de Estadística y Censos (Indec), el primer trimestre marcó una suba del 13%. La inercia alcista estaba prevista por el equipo del ministro de Economía, Martín Guzmán, por el ajuste de precios de los commodities a fines de 2020.

Así, la apuesta por la desaceleración se concentra a partir de abril. Sin embargo, parecería ser que la tendencia no se revertiría abruptamente. Los aumentos más significativos con los que finalizará el mes están vinculados a los combustibles, el transporte (taxis y subte), las expensas, las prepagas, la indumentaria y los cigarrillos. Por su parte, los alimentos y las bebidas lideran la suba mes a mes, pese a los programas de precios congelados.

En lo que va de abril, el alza alcanza el 4,6%, según un sondeo de la consultora LCG. La carne protagonizó el mayor incremento, con un avance del 1,9% en la tercera semana, seguida por panificados y pastas, con un 1%, al igual que otros productos de almacén, como azúcar, miel, dulces y cacao.

A diferencia del escenario local, en otros países de América Latina los valores de los alimentos crecieron apenas levemente o, por el contrario, bajaron. Mientras que en la Argentina escalaron un 4,6% en marzo, en Uruguay treparon un 0,5%. En Chile se contrajeron un 0,4% y en Brasil, un 0,2%. Con las cifras del arranque de año, la suba de precios debería bajar al 2% mensual para lograr un porcentaje anual similar al del año pasado, del 36,1%.

La inflación de abril volverá a ubicarse en niveles cercanos a los del período enero-marzo. Los analistas más arriesgados anticipan otro 4% y los más cautos hablan de un 3,5%. De cualquier forma, ninguno espera los números que el Gobierno proyectó.