La clase política ignora las señales. Toda modificación de estructuras le produce escozor, porque goza de un sistema de privilegios basado en una construcción jurídica y fáctica que impide que personas ajenas al mundillo, accedan a cargos públicos electivos. Es "su" mercado oligopólico, y solo ellos entran.

Solo para dar unas líneas generales: la ley establece que solamente los partidos políticos pueden postular candidatos a cargos públicos electivos; las cartas orgánicas de los partidos dicen que solo los afiliados pueden ser candidatos y, de ser extrapartidario necesita la aprobación de un órgano de gobierno del partido, es decir hay que "transar" con los de siempre.

Solamente esas dos premisas grafican como unas pocas personas digitan sin confrontación la oferta electoral. "Son siempre los mismos", "nadie me gusta voto por descarte", "yo vote contra fulano no a favor de nadie", son frases que solemos escuchar relacionadas con el hastazgo social respecto a la clase política.

Hay políticos que lo perciben y otros que no, pero en todo caso lo que buscan es que el negocio dure lo mas posible. Hasta que estalle.

Chile dio el domingo una muestra clara de lo que se viene. Los ganadores de la elección constituyente fueron los candidatos independientes. Es decir, personas que no pertenecen a partidos políticos, no solamente que no pertenecen a los partidos tradicionales, sino que no pertenecen a ninguno.

Los candidatos independientes obtuvieron nada menos que el 40% de los sufragios, una cantidad decisiva y reflejo del rechazo social hacia los partidos.

¿Alguien se imagina si en la Argentina una agruación temporaria (sin necesidad de ser afiliados) de personas razonables y trabajadoras pudiesen postularse a cargos públicos?

Es cierto, el esquema actual necesita mucho mas que eso para romperse, porque cientos de miles de personas viven del Estado, de modo que temerian tanto como los políticos un cambio tan profundo y otros cientos de miles de planes sociales, que padecerían los mismos temores.

Pero sería un buen comienzo una elección parlamentaria, en que los independientes construyesen una bancada en las Cámaras del Congreso para empezar a hacer escuchar propuestas diferentes.

Estos cambios claro, dependen de la política y la política no va a ir contra la política, sancionando normas que les quiten el control absoluto, pero a veces las conmociones sociales obligan. En la mayoría de los casos, estos movimientos que se producen como protesta frente a crisis, no saben que pedir. "Queremos República!!!" vociferan. "Pan, paz y trabajo!" dicen otros. 

Un día podría llegar el: "Queremos gobernar nosotros sin depender de los partidos que nos desilusionaron siempre!" Podría pasar, pasó en Chile el domingo. No hubo aparatos ni armados que impidiesen, una vez que se les permitió participar, que los independientes sean mayoría, nada menos que en una Asamblea Constituyente.

Deberían ir escuchando los políticos, porque lo que se viene es la dilución de las grandes y arcaicas entidades llamadas partidos políticos, de un modo u otro, la gente buscará gobernarse a sí misma.