Era quizás, el triunfo mas importante en materia de política exterior del gobierno de Alberto Fernández. En el día de hoy hubiese obtenido la presidencia por tempore de la CELAC, pero no pudo ser.

La crisis política interna lo impidió. Fernández no pudo viajar, o mejor dicho, no quiso hacerlo para no dejar el país en manos de Cristina Kirchner. Mandó a Felipe Sola, entonces Canciller, a representarlo y aun así en ausencia, se hubiese quedado con ese lugar simbólicamente relevante.