Anabel Fernández Sagasti es muy importante para Cristina Fernández de Kirchner en el Senado, motoriza las iniciativas de la líder del Frente de Todos en proyectos donde vuelca su capacidad técnica y los otros senadores tienen por ella un temor reverencial: saben que su voz es la de la vicepresidenta.

Tiene un antecedente que, dada la vorágine de los acontecimientos en Argentina, se ha perdido en el olvido, aunque es muy reciente: fue quien llevó a Alberto Fernández el proyecto de intervención y expropiación de Vicentín, sobre el que tuvo que dar marcha atrás y configuró el primer papelón de la nueva administración. “Creí que me iban a aplaudir” dijo el presidente luego de retroceder. Anabel lo había convencido de ello.

Fernández Sagasti tiene, además, un triunfo electoral importante en su haber. En Mendoza, el peronismo tradicional suele ser muy fuerte y la influencia de La Cámpora bastante menor, sin embargo, la ahora candidata a ministra se la jugó, desafió la tradición en 2019 y se lanzó a la primaria, ganándole a una larga historia de “justicialismo mendocino puro”. Luego no pudo con con Juntos por el Cambio en la general, pero perdió por poco y su “epopeya interna” fue muy valorada por Cristina.

Hoy, se la menciona con insistencia para ocupar el sillón que dejó libre Marcela Losardo en el Ministerio de Justicia. Las cavilaciones del presidente al respecto demoran la definición, pero en los últimos días Anabel ganó terreno, y dicen en su entorno que cuando toma envión, no hay quien la pare.